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Recién hace una década se conoció que el distrito de Chipao, ubicado en la provincia de Lucanas (Ayacucho), es poseedor del mayor número de cóndores en el Perú.

El guía turístico Nimer Vega Jáuregui solía acudir cada mañana hasta el sector Ccano, jurisdicción del anexo chipaíno de Mayobamba, para descubrir el nido y la rutina diaria de los cóndores.

El chipaíno descubrió que los nidos se ubican en los cerros de Ccachuray, que por su altura son propicios para anidar.

El entusiasta Nimer Vega, tras el descubrimiento, sostuvo reuniones con el especialista en aves Fernando Angulo y el científico arequipeño José Matías, quienes llegaron hasta Chipao para corroborar el nuevo atractivo turístico.

“Los cóndores siempre estuvieron allí desde tiempos ancestrales, solo que no le dimos la debida importancia”, dice Vega que ahora es un especialista del distrito que realiza el guiado turístico a los visitantes.

A principios del 2005, exactamente en febrero, arribaron a Chipao los especialistas y se sorprendieron por la cantidad de cóndores. Por aquella fecha, se podían avistar hasta 50 cóndores por las mañanas.

Los maravillados especialistas lograron apoyo de la ONG Internacional Swiss Contac, que casi de inmediato brindó capacitación a los propietarios de los restaurantes y población en general para atender a los turistas y preservar el atractivo turístico.

La ONG actualmente promueve el turismo y promociona el nuevo atractivo, considerado como la puerta del turismo al valle del Sondondo, que agrupa, además de Chipao, a los distritos de Aucará, Andamarca, Cabana Sur y Huaycahuacho.

Se ha construido un mirador en Ccano, desde donde cada mañana los cóndores pueden ser vistos a dos y tres metros por los turistas.

El periodista Raffo León también llegó al distrito con todo su equipo de programa para conocer al atractivo, y Nimer Vega los condujo hasta el nido de los cóndores.

“Nos ubicamos frente a los nidos y con binoculares pueden ser vistos los polluelos y cóndores viejos, que esperan ansiosos la comida que siempre les traen los juveniles”, dice.

En la época de verano, exactamente entre abril y setiembre, los cóndores salen de sus nidos a las cinco de la mañana. Abandonan sus nidos para posarse en una plataforma de piedra blanca que está en el cerro Ccano.

“Llegan al posadero y esperan que la temperatura del aire esté óptima para alzar vuelo”, explica Nimer Vega y añade que “en el lugar pueden estar hasta tres horas calentándose”.

Después del calentamiento, realizan vuelos entre 20 y 30 metros de diámetro; en el segundo vuelo ya llegan hasta los 200 metros de diámetro para, finalmente, en el tercero aproximarse al mirador y ser vistos por los turistas.

Vega explica que es en este tercer intento que los cóndores vuelan por encima del mirador y se dirigen a un manantial de agua cristalina que emerge en el cerro Huasaccata, también ubicado en Mayobamba.

“A la mitad del cerro Huasaccata está el bebedero de los cóndores, lugar al que llegan cada mañana. El puquial es apenas de dos metros de diámetro y no rebalsa sobre la poza”, dice sorprendido el guía turístico.

De este último, finalmente los cóndores alzan vuelo en busca de comida. En la época en que nacen las crías de las alpacas y llamas, viajan a las proximidades del nevado de Ccarhuazo, lugar donde se ubican grandes rebaños de auquénidos.

También llegan hasta las playas de San Fernando en Nasca, en la época en que nacen las focas marinas.

Nimer Vega ha visto que en los últimos años nacen cada vez menos polluelos y se refleja por los pocos cóndores que se ven en la zona, pero ver a 40 aves sigue siendo un número altísimo para el lugar.

“No se puede comparar con Colca, donde apenas vi tres cóndores. Aquí en Chipao se ve hasta 40 cóndores al día, sobre todo en la mañana, porque pasado el mediodía desaparecen”, sostiene el chipaíno.

Explica que la reducción también obedece en parte a la visita indiscriminada de los turistas al mirador, que incluso llegan a arrojar piedras al posadero y ver de manera forzada los cóndores desde muy temprano.

“Los están ahuyentando y hay días en que ya no llegan al posadero; de frente se van al bebedero y luego se van en busca de comida”, dice preocupado el guía que pide apoyo al alcalde distrital de Chipao, Raúl Gutiérrez, para proteger y evitar la depredación.

En los últimos años, el manantial ha sufrido un descenso y pone en peligro que las aves busquen otro bebedero y migren a otro lugar.

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