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El olor a incienso y mirra inundó la capilla provisional poco antes de la tradicional bajada del Señor de Luren. Los manojos de romero no dejaban de llegar y las primeras filas de personas se volvieron extensas.

Tras el descenso de la imagen, los feligreses disponen de seis horas y algunos minutos para tocar la venerada representacion del Cristo Moreno y así ganar la gracias de Dios.

Cuando el reloj marca las siete de la mañana, varias comisiones de la Hermandad del Señor de Luren tienen el desafío de que el Patrón de Ica no tenga problemas o contratiempos durante el descenso. No hay margen para el error.

Tras la bajada, ingresan las primeras legiones de devotos para tocar y besar los pies o alguna parte del cuerpo del Señor de Luren, que desde meses después del terrorífico terremoto del 15 de agosto de 2007 permanece en la capilla temporal.

El sol asciende en el espacio y la cantidad de feligreses también empieza a crecer. Ayer formaban hasta seis filas para ingresar y tener un contacto con la imagen.

Mientras en el interior, una comisión responsable del adorno de la cabellera trabaja despacio.

También otra comisión trabaja en el cambio de la vestimenta. Como todo año, el Señor de Luren tiene un nuevo sudario color morado, donado por los fervientes devotos del Cristo Iqueño.

El reloj marca las doce del día y es momento de cerrar las puertas para colocar al Señor de Luren en el anda y dar inicio al adorno de la cruz.

Concluido el adorno de la cruz, el Cristo iqueño de inmediato recibió el homenaje para después, a las 7:00 de la noche, iniciar el recorrido procesional.