Dos hermanos perecen quemados en Nochebuena
Dos hermanos perecen quemados en Nochebuena

La Navidad se vio empañada por la muerte de dos hermanos, quienes descansaban plácidamente en el interior de una tapicería de muebles que ardió en llamas. Ambos quedaron atrapados en un infierno del que no saldrían con vida.

TRAGEDIA. Ayer, a solo quince minutos de iniciada la Nochebuena, la gente, sobre todo los menores, de la urbanización Mochica, salieron a las calles a divertirse prendiendo juegos pirotécnicos.

En ese momento, Wilser Javier Araujo Gaitán (18) y su hermano, el adolescente R.J. de solo 16 años, descansaban en ambientes distintos (el primero a la izquierda y el segundo a la derecha, en el fondo) en la tapicería situada en la manzana 16, lote 6A, por la avenida El Progreso.

En tales circunstancias, un pirotécnico -se presume que fue una luz de bengala o un cohetón- fue lanzado al establecimiento, cuyo techo era una cubierta de plástico que, al contacto inmediato con las chispas de fuego, se encendió.

En el lugar se almacenaba bastante madera así como residuos (viruta), lo que facilitó que las llamas comenzaran a extenderse con rapidez. En tanto, las víctimas continuaba durmiendo, sin sospechar que a su alrededor avanzaba el incendio y el fin de sus existencias.

AUXILIO. Los vecinos de la zona se percataron de la tragedia y con baldes de agua que traían de sus casas trataron de aplacar las llamas.

Duplicaron sus esfuerzos cuando supieron que dentro de la tapicería había personas durmiendo. Comprendieron ello al escuchar los gritos y súpicas, al parecer de Wilser Araujo, quien, mientras se mantuvo con vida, no dejó de gritar con desesperación: “¡Abran, abran!”.

“El portón estaba al rojo vivo por el fuego. Uno de los chicos gritaba desesperado. Pobrecito”, manifestó una vecina.

Personas de las viviendas colindantes con el local, cuyo propietario es Oyoldar Blas Sandoval Campos, tambien ayudaron con baldes de agua, que arrojaron desde los techos, pero las lenguas de fuego seguían vivas y seguían consumiendo todo a su paso.

REFUERZOS. En el afán de rescatar a los muchachos, quienes eran cuidadores del establecimiento, los vecinos violentaron el portón con barretas de fierro hasta que lograron abrirla; sin embargo, todo esfuerzo fue en vano, ya no se oían los gritos de dolor del joven Wilser Araujo y se temía lo peor.

Momentos después arribaron los bomberos. Buscaron controlar el siniestro; no obstante, por falencias técnicas y el hecho de haber traído pocas reservas de agua, no lograron su cometido.

Al lugar también llegaron a colaborar agentes del Serenazgo de El Porvenir y efectivos de la comisaría de Nicolás Alcázar, quienes poco o nada pudieron hacer.

RESCATE. Cuando el reloj marcaba más de las 3:00 de la madrugada, arribó el letrado Reynaldo Cajamarca Porras, quien dispuso el levantamiento de los cadáveres. Previamente, llegaron peritos de criminalística a realizar el trabajo de reconocimiento de los cuerpos.

Wilser Araujo fue hallado en el cuarto de la izquierda. Sufrió graves quemaduras pero falleció por asfixia. El cuadro más lamentable se observó en el otro ambiente. Ahí, bajo unos estantes llenos de rollos de tapiz para muebles, yacía el cuerpo de R.J. completamente carbonizado.

HERMETISMO. Ambos cadáveres fueron trasladados a la morgue de Trujillo para que se les realice la necropsia de reglamento.

En las afueras del mortuorio esperaban los familiares de los occisos, quienes prefirieron mantenerse herméticos ante la prensa.

Se supo que los muchachos de procedían de Chugay, localidad situada en la provincia de Sánchez Carrión.

Testigos de la tragedia indicaban que uno de los fallecidos estudiaba en la Universidad César Vallejo.

En Trujillo y otros puntos de la región se han redoblado los esfuerzos para combatir el comercio informal de artefactos pirotécnicos para evitar que puedan ocurrir nuevas tragedias durante las fiestas de fin de año, en que suelen registrarse incidencias de este tipo. 

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