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Mientras la ciudad entera se despertaba el jueves uno de enero envuelta en una resaca de sol iluminado y calor soporífero, entraron en escena los tres personajes clave del nuevo periodo de gobierno regional y local.

Esa mañana, primero juramentó César Acuña, ante la presencia de un amistoso Elidio Espinoza. Y, momentos después, hizo lo propio Elidio Espinoza, también con la presencia de César Acuña, quien le ofrecía su cariño y apoyo incondicional.

El tercer personaje clave de este nuevo ciclo para la política trujillana es un viejo conocido y miembro protagónico de esta: José Murgia.

Murgia estuvo en ambas ceremonias, mantuvo en alto la diplomacia que siempre lo caracterizó e, incluso, fue fustigado con roche por su sucesor en el sillón regional: Acuña le envió sus saludos y sus respetos desde la introducción de su discurso inaugural, pero una vez que agarró carne, vapuleó a la gestión saliente en un acto para nada protocolar y más bien provocador. Murgia, veterano caballero de ceremonias, por supuesto no hizo ni dijo nada (excepto poner la cara típica de quien chupa limón mientras oía a Acuña).

Pero el saliente presidente regional, decíamos, no está fuera de esta nueva historia de nuestra política. Animal político nato, José Murgia ha puesto sobre el asador también la carne. Y, para decirlo en términos más concretos, ha puesto a disposición de Elidio Espinoza a algunos de sus mejores hombres. Uno de sus mayores asesores de toda la vida es uno de ellos.

El electo alcalde de Trujillo lo niega en todos los idiomas que puede, pero la verdad es que sus buenas migas con Murgia son de vieja data. Elidio Espinoza solía ser uno de los asiduos asistentes a las francachelas que se armaban para celebrar el cumpleaños del aprista, cuando aún era oficial de la policía. ¿Por qué Murgia, conocedor de los trucos del aparato estatal, no habría de darle unos consejos y apoyar ahora al neófito político?

Murgia tendría a través de la gestión edil del coronel en retiro, además, una herramienta para menoscabar a Acuña si este quisiera sacar la basura que probablemente yace debajo de la alfombra del gobierno regional.

Acuña y Elidio, por su parte, tienen que fingir cariño en público, o darse una declaración de buenas intenciones. Es lo que corresponde y es lo que les conviene en este arranque de periodo. Además, si se fijan bien, Acuña logró con ello neutralizar en la ceremonia de juramentación a Espinoza, a quien no le quedó otra que retribuirle la amabilidad. Parece que el flamante presidente regional algo aprendió de su antecesor José Murgia.