Evelyn Calderon es licenciada en Comunicación para el desarrollo; además, ha estudiado un master en Antropología. En su labor académica y literaria ha mostrado preocupación por cómo las distintas dinámicas de poder propician espacios de discriminación, mestizaje y dominación.
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En esta entrevista, Evelyn nos comparte sus reflexiones sobre la publicación del poemario Hay árboles en mí.
En el poemario se señala que vives en Callao, pero también dice Afro Huamachuco. Asimismo, se señala que has estado en Europa. Coméntanos cómo todo esto se relacionada con tu actividad académica literaria.
Sí, vivo y nací en el Callao. Sin embargo, mis identidades son múltiples. Mi familia por parte materna es afrodescendiente y mi familia por parte paterna es de la sierra de La Libertad, de Cachicadán, territorio Huamachuco. Toda mi ascendencia paterna viene de ahí, por eso me resulta importante resaltar la raíz cultural que tiene mi familia frente a un borrón que nos ha querido imponer el mestizaje y la discriminación. Fui a Europa a estudiar un máster en antropología y fue en España donde también encontré muchas personas y espacios muy fértiles para mi quehacer literario.
También eres Anti colonial, anti patriarcal, anti capital y anti racista; coméntanos sobre tus posturas políticas y cómo estas influyen en la publicación de Hay árboles en mí.
Son etiquetas que me importan resaltar especialmente en el mundo en el que vivimos. Es mi protesta permanente frente a una sociedad impuesta en donde casi ya no tenemos opción a elegir cómo queremos vivir. Desde pequeña fui consciente de cómo la carga patriarcal y racista moldeaban mi vida con violencia, y también cómo el capitalismo marcaba mi camino de forzma inerte. Este tipo de sentires y pensamientos fueron compartidos con las autoras de Hay árboles en mí. Muchas partíamos de venir cuestionándonos esto desde hace años. Esta es una publicación que reúne mujeres pensadoras de diferentes cuerpos, artes, profesiones y territorios; mujeres que compartimos sentidos en común casi como un abrazo frente a un abrumador modelo.
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La publicación reúne varios textos que no tienen un autor en particular; sino, uno colectivo. Coméntanos sobre la Colectiva poética que figura en la autoría del libro.
Sí, cuando estuvimos editando el libro nos planteamos mostrar el poemario con la autoría de cada poema. Sin embargo, casi como una intuición colectiva, se nos hizo sentido el no tener que explicitar eso, simplemente porque no importaba. No nos importaba que se nos “reconozca” una autoría de cada texto. Nos interesaba que la palabra se comparta. Por eso, se nos vino mucho al corazón la cuestión de la muerte del autor, cuando claramente la escritura es un hecho social y permeado por múltiples referentes, voces, personas. Así lo vivimos en todo el proceso de gestación. Así que fue una postura política también el mantener una autoría colectiva.
En el poemario también habitan lenguajes múltiples que van desde lo lingüísticamente continuo hasta el uso de imágenes y colores; ¿Cuál es el propósito de usar este recurso?
Las personas que hicimos el libro nos expresamos en diferentes ramas artísticas. Algunas que hacen dibujo, foto, collage, música y demás. Por eso, como forma natural expresiva esto se empapó también en el libro. Todo fue un trabajo trenzado, incluso la misma portada, que es un collage, fue hecha de manera colectiva. Con el tiempo y cuidado de hacerlo con la mirada de todas, con mucho cariño y con mucho respeto hacia cada una. Al final, cada una vertió de sí misma en lo que ahora es el libro, y es esa mezcla lo que tenemos en físico.
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El título del libro parece indicar que en cada ser humano habita todo un ecosistema; sin embargo, también se advierte que a nivel planeta hay menos árboles, entre otras cosas; ¿cómo se trabajar poéticamente esta notoria contradicción?
Es que es justamente eso, habitamos una contradicción que a veces nos da la sensación de orfandad. Y por eso resalto mis raíces culturales, porque ahí están esas conexiones que también me encuentran y hermanan con los otros seres que no son humanos. Para mí es muy claro: mi familia viene del campo, de cultivar la tierra, de crecer de forma cercana a todos esos seres que conforman lo llamado naturaleza. Pero, esa necesidad de “progreso” desde una visión mercantil y especialmente instaurada en los pueblos de fuera de la capital, nos ha arrebatado esos lazos genuinos que teníamos con la tierra de forma milenaria. Ese alejamiento extremo es el que ha hecho que el humano destruya todo su entorno y pierda sensibilidad por el otro. En ese escenario, la poesía, la escritura se me presentan como única luz y posibilidad para convocar, para traspasar lo racional hasta tocar alguna parte de nosotras que nos permita ver más allá.
Hay árboles en mí es un trabajo poético que no deja de atender lo político, por eso, veo que su publicación en Trujillo cuenta con la colaboración de Las Nietas.
Hay un mensaje que es importante transmitir. Este libro trasciende nuestras individualidades para manifestar problemas colectivos que se debe atender con urgencia. No somos las primeras que lo gritan, pero sí creemos que es importante hacer eco y encontrar otras formas de hablarlo. Las Nietas han hecho posible que este libro llegue a Perú y que se expanda la red afectiva que forja este poemario. Celebramos con ellas que nos posibiliten tener una segunda edición y que nos podamos permitir hacernos posibles entre nosotras. Ha sido entre una confianza muy genuina y mágica que la poesía selló.