Escrito por Alonso Gordillo
Si se tiene que resumir en una sola palabra la escena de los familiares de los pacientes infectados por el coronavirus en los exteriores de los hospitales de Trujillo, esta sería ¡terror! En sus rostros se puede observar el llanto, cansancio y angustia por saber si sus enfermos se están recuperando o simplemente si es que tendrán que llevarlos en un cajón. Otro también es el drama de los que tienen síntomas y llegan para atenderse. A ellos simplemente les cierran las puertas porque los nosocomios ya colapsaron y no hay camas para internarlos.
PENOSO
Correo recorrió el Hospital Regional y el de Alta Complejidad Virgen de la Puerta y encontró los siguientes testimonios. “Mi esposa ya tiene cinco días acá internada y por lo que nos dice un amigo de la familia que trabaja acá (Hospital Regional) ya se está recuperando. Espero y ya le den de alta cuanto antes”, le dice un señor a un amigo que lo encontró en los exteriores del Hospital Regional, quien estaba a la espera de los resultados de su suegra.
Acto seguido le cuenta, indignado, los montos elevados que cobran las clínicas. “Quise llevarla (a su esposa) a una clínica, pero estos desgraciados me quieren cobrar 5000 soles la noche y tengo que dejar una garantía de 30000 soles. En estos momentos solo se aprovechan de la desgracia ajena”, prosiguió.
Agarrándose el rostro, toma aire y le dice que hicieron “maravillas” para poder ingresar un celular y así poder comunicarse con su mujer, para que no piense que la han abandonado. “Gracias a Dios logramos que metan un celular y así conversar con ella. Mis hijos que están en Chile, y yo, podemos hablar un poquito con ella, porque sería muy penosos que piense que la dejamos sola y se pueda deprimir”, finalizó, no sin antes tocar el codo de su amigo y retirarse a un lado de la puerta del referido nosocomio.
Dimos una vuelta y vimos a una mujer que en un metro cuadrado daba vueltas en círculos, siempre con las manos entrecruzadas y rezando en silencio. “Ayer trajeron a mi tío y está internado. Hasta el momento no me han dicho nada. Tuve que dejar de trabajar para estar aquí con él”, dice.
“Ya llevo más de una hora parada acá y lo que se puede observar es mucha tristeza, desolación y personas que van y vienen. Unas lloran, otras solo miran al cielo y piden que esto pase cuanto antes”, comenta en voz bajita.
Dos metros más allá nos encontramos con dos mujeres más, quienes por el cansancio optaron por sentarse en la vereda a la espera de noticias sobre el hijo de una ellas. “Es comerciante, tiene 38 años y tres hijitos. Desde hace dos días tiene los síntomas y estamos a la espera de los resultados. Acá pasamos frío y vemos cada caso, joven”, me dice con lágrimas en los ojos por la angustia que siente.
DRAMA
Esta semana y las dos próximas que vendrán sí que serán duras para toda la región. Y es que los hospitales ya colapsaron, tal y como lo dijo el gerente regional de Salud, Constantino Vila. Ante esto se tiene que evitar contraer el virus porque simplemente no podrán atenderlos y podrían morir en la puerta de uno de los nosocomios.
Esto pudo pasar ayer por la mañana, cuando una mujer en silla de ruedas, a quien le faltaba el aire y cada segundo que pasaba se ponía más pálida y se desvanecía, llegó junto a sus familiares hasta la puerta de emergencia del Hospital Regional. El vigilante, con sus manos, le dijo que no había atención.
Fue en ese momento que los gritos y el llanto de todos los que estaban hizo que el agente de seguridad recapacite y grite que podía ingresar. “No tiene coronavirus”, dijo un joven.
Por otro lado, en el hospital de Alta Complejidad Virgen de la Puerta encontramos a una mujer sentada en una banca, abrigada completamente con una colcha y tosiendo en varias oportunidades. Quizás no la querían atender, por lo que su acompañante paró un taxi y se la llevó. “No la puedo dejar acá”, sostuvo.