La noche más larga
La noche más larga

Escrito por Omar Aliaga Loje 

Esta será una semana larga y difícil. No es por alarmar, pero estos días que vienen son los cruciales, y los más duros para todos. Los números probablemente se sinceren debido a que se procesarán más pruebas del Covid-19, y la curva temida llegará a su pico. Serán días dolorosos, tenemos que decirlo aunque quiebre nuestra alma. Los números serán fríos, pero la angustia trémula y viva.

Y todos deberíamos tomar por ello esta semana con la épica trascendental que el caso requiere, como si nos jugáramos la final de una copa del mundo. Solo que esto no es juego. No es un juego de divertimento, pero están en juego las vidas de nuestros compatriotas, la salud de todos nosotros.

Las medidas están dadas, las normas y los llamados, las invocaciones y las sanciones, los llamados de atención. Si es que fallamos no habrá sido una derrota cualquiera. No habremos perdido un partido cualquiera. Habrá sido una derrota trágica e irreversible. Porque le habremos fallado a todos, a los nuestros, a las personas que amamos, a nuestra historia, al futuro y a las generaciones que esperamos lleguen en el futuro. Habremos hecho que el esfuerzo de tantos héroes que hoy se arriesgan en los hospitales y en las calles y en las plazas y los rincones donde nadie quiere ahora meterse, habremos hecho que sus sacrificios sean vanos, inservibles, inútiles. Habremos traicionado a la vida y a la alegría de la vida.

Quizás nunca, usted querido lector, y todos los que ahora pueden leer estas líneas de la forma que fuera, han tenido una batalla como esta. Y es verdad: nunca afrontamos un reto tan grande y supremo como este. Siéntase usted un elegido por el destino para este momento trascendental. Lo somos, para bien o para mal, porque así lo quiso una mano invisible y/o divina, o por simple azar. Todos nosotros lo somos. Demostremos que estamos a la altura de las circunstancias, a la altura de esta dura batalla. Lo que tiene que hacer es sencillo, pero tiene que soportar, y eso es quizás lo más difícil. Piense en los suyos y en usted, en los miles de peruanos que están en riesgo. Quizás otros luchen desde la cama de una UCI con el poco aire que puede aspirar, adolorido y solo, aislado de todos. Si no es su caso ni el de los suyos, siéntase un afortunado. Pero ayude en esta batalla. Con usted, con el resto de ustedes, con todos nosotros, será posible ganar.

Y ganaremos. Aunque cueste.