El ruido se inició con la imagen publicada por un usuario de Facebook: la Plaza de Armas aparecía abierta desde sus bases, en sus pisos, circunstancia inevitable de los trabajos. Pero la foto era coronada por una leyenda en la que el indignado ciudadano deploraba la supuesta ignorancia de la autoridad en torno al pasado y abolengo virreinal trujillano, y hablaba sobre un mármol histórico cuya fecha incluso nos remontaba a un escenario inverosímil. Una lectura medianamente crítica del texto y su foto habrían hecho a cualquiera pensarlo dos veces antes de contagiarse de febril indignación y de lanzarse a la compulsión (inherente a estos tiempos) de compartir, repostear, rebotar la publicación. Pero ya sabemos que eso, precisamente, no es lo común en estos tiempos feisbuqueros de impulsos y reproducciones emotivas más que racionales.
Y entonces la indignación se propagó de un modo creciente en las redes sociales, como cuando te pinchas un dedo y la sangre empieza a brotar, indetenible.
Tanto se propagó, que hasta Beto Ortiz, viejo amigo de Trujillo y de cierto fragor ciudadano, también actuó como un impetuoso usuario que se deja llevar por la emoción del momento, es decir, por la bronca instintiva del momento. Su post, más ramplón y venenoso, más crudo y acusador, fue el despelote final para mandar a las alturas de la prensa nacional el hecho nacido de la bronca de un ciudadano no tan bien informado del tema.
Ya sabemos que así funcionan las redes sociales, y así funciona la “verdad” en ellas. Tiene más efecto el fuego y la altisonancia, el calateo y los artificios, antes que la certeza de los hechos. Pero algo bueno ocurrió en esta circunstancias: hubo ciudadanos -y sobre todo periodistas- de la ciudad que mostraron un compromiso con la verdad y no se hicieron remilgos en publicar comentarios aclaratorios sobre las medias verdades en torno a la Plaza de Armas. Aun a sabiendas de los riesgos que eso implica cuando se trata de un tema que es eminentemente político y politizado. No todo está perdido en los asuntos de la búsqueda de la verdad en estas redes que a veces son tan enrevesadas.