Promoción Julio Ramón Ribeyro
Promoción Julio Ramón Ribeyro

Escrito por: Omar Aliaga Loje

Este iba a ser un año especial. Celebratorio. Nos estábamos preparando para hacerlo por todo lo alto, proyectábamos actividades memorables, festejo con música, bebidas heladas, el homenaje a la hermandad de ser sanjuanistas y formar parte de esa familia tan peculiar con camisetas caranarias.

Pero no habrá, no hubo la celebración que habíamos soñado, claro está. Esta semana en que tocaba conmemorar el aniversario del Colegio Nacional de San Juan se hizo un izamiento de bandera con mascarilla y sin ese mar de exalumnos que convertía a la plaza de armas de Trujillo en una suerte de místico recital del compañerismo. Hubo clase de recuerdo vía Zoom. La nueva normalidad, le llaman. La jodida nueva normalidad.

Hace ya un tiempo atrás que la tecnología nos acercó un poco más. A través de un grupo de WhatsApp, los que formamos parte de la promoción de mi aula, la sección “B”, nos gastamos bromas todo el tiempo, como en los tiempos en que nos hacíamos Bullying en el colegio sin sospechar siquiera que ese era el término. Pero también ha servido ese grupo de WhatsApp para reflexiones más serias, para que todos comentemos hechos de actualidad política o social que nos atañe porque ya somos adultos y sufrimos este país que tanto amamos y tanto a veces también odiamos. Por supuesto muchas veces disentimos, y no han sido pocas las veces en que he sido el de la opinión minoritaria u opositora en soledad.

Pero hace pocos días no hubo discusión alguna y todos coincidimos totalmente, nos unimos para ayudar a salvar la vida de los seres queridos de nuestros compañeros de la “B” que han tenido la mala fortuna de que el virus toque sus puertas. Desgraciadamente, no siempre se puede. Hemos sentido en carne propia lo que dice ese poema de Vallejo: “¡Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!”. Hemos sufrido, como hermanos, la pérdida de la madre de Hebert, del padre y la abuela de Frank, del padre de Roberto. Segundo, otro miembro de la promoción, de otra aula, también acaba de perder a su progenitor. A ellos los abrazamos con el alma. Y este año nuestro homenaje y fortaleza está con ellos.

Porque sí, en eso consiste finalmente esta hermandad sanjuanista. De darle la mano al otro, de poner el hombro, de poner el pecho y todo lo que haya que poner para aliviar al menos los golpes de esta vida que ahora se ha puesto más jodida que de costumbre.

Y esa hermandad sí podemos celebrar en medio de estas tragedias, compañeros canarios, amigos del alma.

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