“Alma Hindú” es una novela escrita para solazarse en aquel pasado que está tan presente en nuestras vidas. Nos transporta, en el tiempo, hacia la etapa escolar y nos devuelve a la vida.
“Alma Hindú” es una novela escrita para solazarse en aquel pasado que está tan presente en nuestras vidas. Nos transporta, en el tiempo, hacia la etapa escolar y nos devuelve a la vida.

Luego de un largo periodo casi desértico, la región La Libertad ha empezado a reverberar en el campo de la novelística. Reverberan -en este panorama alentador- figuras como Ladislao Plasencia, Luis Eduardo García, Julia Wong, Charlie Becerra, Léster Rodríguez, Luis Peña Rebaza, Miguel Arbildo, Teodoro Alzamora, Omar Aliaga y muchos escritores más.

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En medio de esta pléyade, emerge con promisión el escritor Santiago Azabache García (literariamente conocido como Santiago Azágar), con una sugestiva novela denominada ALMA HINDÚ.

Alma Hindú

Sobre esta novela, el destacado escritor y editor Jorge Luis Roncal ha dicho que Azágar ha compuesto “un río de imágenes deslumbrantes, cuya lectura nos secuestra sin atenuantes desde las primeras frases hasta el final”.

Yo diré que “Alma Hindú” es una barca que nos transporta imaginariamente por las aguas del tiempo y que, en el vaivén de las olas o de las corrientes marinas, nos envuelve en sus peligros, nos extasía en sus multicolores horizontes y nos devuelve a la vida.

Se trata de una novela que vuelve presente nuestro pasado y que nos arrastra dulcemente hacia las vivencias del primer amor y de todo aquello que lo arrebuja, hechiza y enreda.

Como dice Jorge Luis Roncal, “es la memoria de una época maravillosa que nos marca la vida para siempre”.

¿Quién no recuerda con emoción las vivencias de la escuela, las fieles e infieles amistades, las ingeniosas palomilladas, las “buenas y malas artes”, las “ayudas benefactoras del corazón”, las competencias entre colegios o clubes, las primeras celebraciones juveniles, etc.?

¿Quién no revive aquellas inolvidables experiencias, cuando escucha aquellas canciones que nos partían el alma o que nos elevaban al éxtasis infinito? ¿Quién no se arrebuja en sí mismo cuando sus oídos reviven las canciones de Leo Dan, Salvatore Adamo o Los Ángeles Negros? ¿Quién no rememora con nostalgia, placidez o delirio el “sí te acepto” o revive el arrebato del primer beso o el vacío que nos produjo el término de una relación amorosa?

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Un flasback

“Alma Hindú” es un flashback; es un reencuentro con nuestras historias personales, pero también con la historia de nuestros pueblos. Si bien el escenario principal es el barrio Vista Alegre (distrito de Víctor Larco), a través de las descripciones y sucesos, nos transportamos a una época.

“Su nombre se lo debe a un antiguo cartel orillado a un lado de la carretera, que decía: «¡Disfrute del buen vino, vinos Vista Alegre!» Los primeros viajeros que hacían la ruta a bordo de viejos buses, al tomarlo como referencia, decían: «Oiga, usted, bajo en Vista Alegre».

Su historia, al igual que todos los pueblos de la humanidad, empezó en las cavernas. Así, un buen día amaneció despertado por relojes y no por gallos amarillos; sus casas de esteras y adobe pasaron a ser de ladrillos; vino el alumbrado público, el agua, alcantarillado, la televisión a blanco y negro que trajo, con algo de retraso, noticias sobre las dos guerras mundiales y la llegada del hombre a la Luna. Rápidamente pasó de ser un pueblo mágico del oeste sudamericano a una urbe moderna, lugar de deportistas, guitarristas y ebrios respetables.”

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La escuela

“Alma Hindú” simboliza el regreso a la etapa de la adolescencia y a aquellos años de la vida escolar. La escuela, al igual que el barrio, es el espacio que nos cobijó, que nos abrió los ojos a la vida y que atestiguó en silencio nuestras alegrías, decepciones, aventuras y todo lo que vivimos en “aquellos años maravillosos”.

Esta novela es un regreso a nuestra historia; es un hurgar en lo que somos, en lo que hemos sido o en lo que llevamos día a día con nosotros. ¿Quién no recuerda esa etapa extraordinaria de nuestras vidas?: las habilidades de unos, las peculiaridades de otros, los ingeniosos apodos, las mataperradas a los profesores, las osadías, las competencias, la excursión, la fiesta de promoción… e, inevitablemente, el surgimiento del amor.

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El amor

De todo lo vivido en la escuela, el amor ocupa un lugar primordial en nuestros recuerdos. ¿Quién no se turba al recordar a aquella persona que, por primera vez, “despertó mariposas en nuestro estómago” o que, automáticamente, nos hacía perder el control o el habla?

En “Alma Hindú”, el amor marca la vida de los protagonistas y de los personajes. En torno a este complejo sentimiento, las vidas de las personas se encadenan, se enredan, se rompen y/o se enrumban por horizontes distintos.

Un detalle curioso y técnicamente bien empleado por Santiago Azágar es el recurso simbólico del corazón. La historia de Pablo y Alama repite una historia similar en un tiempo distinto y en personajes diametralmente opuestos. Este es un recurso que permite satisfacer la incertidumbre del lector y cerrar la trama de la novela. Cierra el circuito: el lector descubre quiénes habían inscrito las iniciales de sus nombres en aquel corazón dibujado en el parque.

Finalmente, diré que ALMA HINDÚ es una novela escrita para solazarse en aquel pasado que está tan presente en nuestras vidas. Y por esta razón ¡vale la pena leerla!

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