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Una visita tenebrosa. Así califican algunas personas el ir a un cementerio a plena luna llena. Sin embargo, ir al Cementerio General de Miraflores de , inaugurado el 02 de diciembre de 1831 y ubicado en la avenida Túpac Amaru, puede ser más que una experiencia ambigua. Puede significar el conocer un poco más sobre las historias de muchos mitos que se encuentran entre los 67 mil difuntos que descansan en sus nichos y mausoleos. Y si bien estas personas ya no se encuentran entre nosotros, su sola historia permiten adquirir más conocimientos de literatura, escultura, sociología y arte.

Son exactamente 8.00 de la noche y la aventura nocturna empieza. Roberto Delgado Cotrina, guardián del cementerio de Trujillo por más de 18 años, nos explica que ya han habido tres grupos de personas que se aventuraron a visitar estas tierras inertes. “La otra vez vino un grupo y dijeron que vieron a un señor barrer o una señora que lloraba entre los nichos del cementerio, pero yo no creo nada de eso”, dice don Roberto, mientras nos empieza a contar sus anécdotas.

EL ÚLTIMO GUARDIÁN. Y es que según nos comenta el guardian, es tanta su vocación por lo que hace -cuidar los nichos y mausoleos-, que en ocasiones, revela haber dormido al pie de los mausoleos.

El encargado del cementerio actualmente es el único que se encarga de la vigilancia nocturna que inicia a las 6:00 de la tarde y finaliza a las 7:00 de la mañana. Se tarde un promedio de una hora en recorrer los 60,838.00 m2 que tiene el Cementerio de Miraflores y que cuenta en la actualidad con más de 230 pabellones.

“Yo como soy el único vigilante, tengo que estar caminando por todos los pabellones. Cada cierto tiempo me doy un momento para visitar los puntos claves, y evitar que los ‘droguitos’ se metan para robar las cruces”, explica.

SIN MIEDO A NADA. Al consultarle a don Roberto Delgado sobre las apariciones y sonidos que muchos visitantes asustados y agitados le revelaron haber escuchado o visto, nos contestó que para este trabajo uno no debe tener miedo a nada. “Nosotros hacemos este trabajo porque no tenemos a los fantasmas. Ahora, si uno tiene miedo y empieza a sudar por ver algo extraño no sirve estar acá”, dice, mientras revela risueño que muchos de sus compañeros lo conocen como “el guardián de acero”.

Asimismo nos revela que en varias ocasiones se ha enfrentado a ladrones y drogadictos que antes de poner la cerca eléctrica en los murales se metían para hacer sus fechorías. Según nos cuenta don Roberto, a pesar de ser amenazado, nunca se intimidaba. “Yo no le temo a nada y los enfrentaba. Si me metían un balazo, bueno, qué podía hacer”, manifiesta mientras nos cuenta que este cementerio se ha convertido en su segundo hogar.

MITOS Y LEYENDAS. Es imposible acudir al Cementerio General de Miraflores sin no visitar a sus dos grandes personajes: Jose Ignacio Chupitea y al “Chinito” milagroso, que se encuentra en el pabellón San Francisco.

Según nos narra el guardián del cementerio, la tumba de Chopitea es muy visitada. La leyenda cuenta acerca de un hombre que pasó de la pobreza a la riqueza de la noche a la mañana, después de haberle vendido su alma al diablo. Se narran muchas cosas extrañas sobre él. Muchas brujas entraban y hacían rituales al pie de su tumba, narra el guardián. “Acá dicen que se aparecía el hacendado barriendo. También dicen que veían a una mujer hermosa con el cabello amarrado que transitaba por estos lados”.

Pero así como este hacendado es visitado por curiosos y brujos, a unos pasos se encuentra el “Chinito” milagroso, que murió el 24 de enero de 1877. Posiblemente alguien especial y a la que mucha gente guardaba gran cariño, aunque no se guarda registro de lo que fue; sin embargo, en el sentir popular es un personaje a quien se acude para pedir un milagro. Don Roberto explica que a diario acuden fieles devotos quienes llevan ofrendas florales que colman el pequeño ambiente de su nicho. Es el personaje más visitado en el Día de todos los Santos, 1 de noviembre.

Ya, al finalizar este pequeño recorrido coturno nos damos cuenta que acá se pueden descubrir grandes historias. No solo la de estos dos personas populares, sino a figuras como Manuel Cavero y Muñoz, primer alcalde de Trujillo; Hipólito de Bracamonte, quien le diera libertad a sus esclavos en su hacienda de Chiclín antes que Ramón Castilla; Cecilio Cox, quien pagó el cupo a los chilenos para que no invadieran Trujillo; Víctor Raúl Haya de la Torre, el peruano del milenio, entre otros.

Ya son cerca de las 10:00 de la noche y con ello la visita termina. Y mientras nos despedimos del “Guardián sin miedo”, vemos cómo tras cerrar el portón y encadenarlo, se pierde entre los mausoleos. Tal vez ya es hora de dormir o pedirle un deseo al “Chinito” milagroso.