El cambio de la Constitución es una aspiración legítima, sí, pero debe llevarse por cauces democráticos. No podemos cambiar una Constitución que -como dicen sus críticos- nació en una dictadura, para colocar otra a través de un golpe a la democracia. Es un sinsentido. La pregunta que vale hacerse ahora es: ¿Estamos ahora en un momento constituyente? La sensación es clara: no lo estamos aún. De hecho, las más recientes encuestas indican que por algo más del diez por ciento, o a lo sumo un veinte por ciento de la ciudadanía, ve esto como algo prioritario. El tema aún está verde, y lo que cierta izquierda parece querer es forzarla en un momento en que no está realmente en la conciencia nacional.
Una discusión como la que corresponde a una nueva Constitución merece una gran amplitud, tiempo prolongado y conocimiento mayor de todos. ¿Cuáles son las razones para hacerlo? ¿Es necesario o urgente? ¿Cuál es la razón de ser? ¿Qué cosas necesitamos modificar?
La ciudadanía en este momento tiene claro cuáles deben ser las prioridades del gobierno entrante: la salud y la reactivación económica. La Constitución es un debate que se puede postergar. Ahora mismo lo que más produciría es un cisma entre las fuerzas políticas, pues hoy la polarización congresal -como se pudo ver en la juramentación- pasa por las posturas a favor y en contra de una nueva carta magna.
Es verdad que el asunto fue una de las principales promesas de campaña de Pedro Castillo y el partido Perú Libre. Y, como he dicho al inicio de esta columna, es una aspiración legítima al final de cuentas. Está claro que Castillo no puede renunciar a esa promesa porque defraudaría a su elector primigenio, aquel que votó por él, sobre todo, en la primera vuelta. Sería percibido, además, como un primer acto de inconsecuencia. Pero Castillo debe ser consciente de que no tiene los votos suficientes en el Congreso para modificar totalmente la carta magna, y que buena parte del país lo rechazará de plano. Quizás no sea necesario que renuncie a su promesa de campaña, pero sí a priorizarla, a darle la importancia y urgencia que hoy sinceramente no tiene. Tendrá presiones internas, eso está claro. Perú Libre y las fuerzas más extremistas que encabeza Vladimir Cerrón no le darán margen de reticencia, sin ninguna duda. Este será su primer gran desafío. ¿Podrá salir airoso el profesor Pedro Castillo?