Una argucia de la naturaleza
Una argucia de la naturaleza

Este fin de semana ellos abrieron los caños con esperanza, pero el agua apenas caía todavía, o caía profusamente turbia, turbia como las aguas que discurren por el Río Moche.

En Trujillo la sensación es áspera, muy similar a ese polvo que flota en el aire y se te mete en las fosas nasales, entre los dientes, que estropea los cabellos una y otra vez. La sensación en Trujillo es áspera, pero también de alivio, porque lo peor -se siente eso también en el arire- ya pasó.

En las casas más afectadas hay aún zapatillas y zapatos sucios, con barro seco, sin lavar. El polvo y el barro seco han hecho sentir su supremacía no solamente en las veredas y en las pistas, si no también en las salas, en las ventanas, en los muebles. Ellos han sufrido el golpe pero sonríen, el calor y el sopor empiezan a disminuir y esa es una buena señal. Hubo un día, unas horas, hubo días y horas en que pensaban que los desbordes serían interminables. Hubo días y horas de miedo, de desesperación, de resignación ante la impetuosa naturaleza.

Y era difícil porque encima muchos trujillanos atravesaron lo peor con una situación enrevesada: la escasez y la falta total de agua. No sabían cuán difícil era sostener la esperanza sin agua, cuán complicado era pensar en la mejoría de todo cuando el caño abierto no trae la gota salvadora. Ellos aprendieron entonces el valor del agua, aquel que muchas veces discurre en la ducha, en los lavabos y en los jardines sin que nadie tenga reparo alguno en su vano derroche. Los que menos carencias tienen siempre sufrieron tan seca circunstancia, se sintieron como se siente la gente que carece de obras de saneamiento. El agua y su escasez equiparó en cierto modo a las clases sociales.

La más dura prueba está por terminar. Porque al fin y al cabo, como tan tiernamente lo han descrito algunos, esto no es más que una argucia de la naturaleza para acercarnos un poco más y unirnos, para pelear juntos ante la calamidad. Y la naturaleza logró su cometido, al fin y al cabo, con los trujillanos.

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