Una carrera de emprendimiento
Una carrera de emprendimiento

Asumió entusiasta una labor secundaria en la comuna; llamémosla así para no estigmatizar ningún oficio. Al lado de un exalcalde huanchaquero, al que acompañaba día y noche, ejerció lo que popularmente se conoce en el argot político como “derecho de oído”. Inmediatamente se dio cuenta que algunas autoridades en Perú, como los alcaldes, luego de ser elegidos, administran los fondos del Estado como si fuera su dinero, a su paso son reconocidos como “salvadores”, y no dan cuentan de los recursos; algunos lo hacen en obras estrafalarias y se convierten en pequeños tiranos, hasta que se les acaba la “teta” por supuesto; pueden contratar o despedir empleados sin ninguna oposición; encima estos personajillos reciben sueldo del Estado y el pueblo elector –y esto es lo más grave- acepta con la mayor resignación tan mediocres administraciones.

El joven del cuento llegó a la conclusión de que esa era su vocación y pensó en llegar a ser como su jefe, y más. Para tal fin empezó a estudiar, con ahínco, leyes, y más tarde se inscribió en el partido que ofrecía renovación y oportunidades para los nuevos valores. Su oportunidad apareció cuando el alcalde distrital de su partido sacó a relucir su verdadera camiseta -con la estrella- en las elecciones del directorio de Sedalib. Mal jugado, el dueño del partido le puso la cruz, y con toda la maquinaria política y propagandística terminó revocando al infraterno. Ese fue el momento del joven de la película que ahora no ha parado hasta la provincial, y acaba de coronar su carrera de emprendimiento, antes que político, con una cuestionada juramentación. De manera que en el futuro, ciudadano trujillano, tenga cuidado cuando lidie con un vigilante o chofer, con todo respeto, no vaya a ser que a estos se les ocurra incursionar en la política, inscribirse en el partido de moda, y acaben de gobernadores o alcaldes. “Emprendedurismo”, lo llaman.