La sensación es inevitable: cada vez que Verónica Torres Bravo empieza a dar sus mensajes de candidata impetuosa en el meollo mismo de esta campaña electoral, uno no puede evitar pensar en una coach en acción. Sus formas, el talante de su prédica, esos rasgos comunicativos entrenados y el dejillo adquirido por sus años en España la ponen automáticamente sobre un podio de orientadora profesional ejecutiva.
No es de extrañar esto si miramos la hoja de vida de la candidata a la alcaldía por Todos Por el Perú (TPP), y reparamos en las labores a las que se ha abocado en los últimos años: consultora en dirección de proyectos y project manager service en Barcelona, España. Es decir, se ha dedicado a organizar, planear, motivar y controlar los recursos con la finalidad de alcanzar los objetivos propuestos en relación a uno o varios proyectos en un plazo y espacio determinado.
Verónica Torres lo resume así: “Durante muchos años he hecho ganar plata a empresas privadas. Ahora quiero trabajar proyectos, pero para mi ciudad”.
TÍTULOS. Justamente, a propósito de sus jactancias relacionadas a sus labores profesionales en España, y sus dotes académicas puestas sobre la vitrina del electorado trujillano, se cuestionó si su título de maestría en Dirección de Proyectos realmente existe como tal, y si es válido según lo que conocemos el resto de mortales peruanos.
La candidata de TPP se vio obligada a convocar a una conferencia de prensa el lunes pasado para sacar y mostrar su tan mentado cartón, y para anunciar que se vendrán más golpes contra ella, pero ya estaba preparada.
Días antes, Verónica Torres tuvo su primer revés, y también su primera vez en la portada de un periódico. Diario Correo había revelado que su plan de gobierno tenía partes enteras plagiadas de otro candidato que llegó a la alcaldía de San Juan del Lurigancho, en Lima: Carlos Burgos, hoy prófugo de la justicia.
Torres no rehuyó a la responsabilidad y asumió el resbalón. No culpó a su equipo y dijo, con la misma jovial simpatía con la que suele responder, que era responsable del error.
Más adelante, en una actividad pública, la prensa le volvió a preguntar por el plagio. “Me han hecho más conocida”, dijo, esta vez sí menos simpática y más cerca del acostumbrado cinismo político.
DE LA ESPERANZA. Verónica Torres es esperancina. No solo creció en el distrito La Esperanza sino que aún domicilia allí. Quizás por eso en días recientes se ha plantado frente al exalcalde de ese distrito, Daniel Marcelo, hoy además su contrincante en la campaña.
Pero la postulante a la alcaldía de Trujillo se fue del país desde muy joven. En España estudió y trabajó, y no ha dejado de exhibir su orgullo cuando habla de sus logros profesionales en Europa. ¿Por qué regresó entonces? Ella afirma que el regresar siempre estuvo en sus planes. Es más, ha contado que años atrás, cuando algún pretendiente se empezaba a encariñar con ella en España, le advertía que no se quedaría allí, que regresaría pronto a su país.
EL SALTO. No son pocos los que advierten que Verónica Torres no es la misma que emergió hace apenas unos meses, principalmente desde Facebook. El periodista Willy Mori, desde su programa radial, la bautizó como “la candidata de Facebook”, y a ella no pareció disgustarle mucho el mote. Desde la red social, en efecto, empezó a gestar su campaña con discursos y mensajes positivos, primero, para luego pasar a compartir actividades propias de la campaña electoral, sus recorridos por la ciudad y su trabajo de hormiga para dar a conocer su propuesta.
Pero en el último tramo ha pasado al frente, ha cogido la esgrima y se ha atrevido a hincar. En la conferencia de prensa en la que explicó el asunto de su título de maestría, acusó directamente a Alianza Para el Progreso de estar detrás de una guerra sucia en su contra. Eso, mientras que a la vez encaraba al contrincante apepista, Daniel Marcelo, criticándole su política de construcción de parques.
Tal vez, se ha dado cuenta de que necesita ser cada vez más política si es que quiere llegar realmente a pelear la alcaldía. Sin dejar el estilo ya arraigado de coach vendedor de éxito, pero con cierta maledicencia adquirida.