Firmar este convenio fue una forma de admitir incapacidad técnica propia e incapacidad fiscalizadora propia. El tema es que, como decíamos, luego llegaron las quejas. Obras inconclusas, falencias notorias denunciadas sobre todo en las carreteras del ande liberteño.
Firmar este convenio fue una forma de admitir incapacidad técnica propia e incapacidad fiscalizadora propia. El tema es que, como decíamos, luego llegaron las quejas. Obras inconclusas, falencias notorias denunciadas sobre todo en las carreteras del ande liberteño.

La inacabable trama de presunta corrupción política le ha tocado a la puerta a Martín Vizcarra. El asunto está en su paso como gobernador regional de Moquegua. Y desde ahí ha saltado un nombre en inglés que ya era muy conocido también por aquí: Unops. En castellano: Oficina de Servicios para Proyectos de las Naciones Unidas.

Unops fue el encargado de llevar los procesos de selección y la parte técnica para la ejecución de obras públicas en años pasados en buena parte del aparato estatal. Esto, en virtud a un convenio con el Estado peruano. Y Vizcarra, como otros gobernadores, se cogieron del brazo de Unops para este efecto. Argumentaban que buscaban eficiencia y, sobre todo, transparencia, al tratarse un organismo internacional y con un importante aval. Al cabo de los años, sin embargo, las dudas empezaron a aparecer y a crecer en torno a esta reputada oficina de las Naciones Unidas. Y sobre estas dudas también conocimos mucho aquí en La Libertad, como recordará más de uno.

Fue el aprista José Murgia, durante su primer periodo al frente del Gobierno Regional de La Libertad, quien suscribió como tal un convenio con Unops. Pero en esta región, a diferencia de lo que se ha visto en Moquegua, Unops no solo debía llevar adelante el proceso de licitación, sino también, en varios casos, supervisar, controlar la obra y entregarla. Por este trabajo se llevaba una comisión de 4% del total de cada obra. Las obras a manos de Unops llegaron a sumar un total de 260 millones de soles. Hagan cuentas.

Firmar este convenio fue una forma de admitir incapacidad técnica propia e incapacidad fiscalizadora propia. El tema es que, como decíamos, luego llegaron las quejas. Obras inconclusas, falencias notorias denunciadas sobre todo en las carreteras del ande liberteño. Cuestionamientos y sospechas. El convenio, al final, tuvo que acabar y la liquidación recién se gestó durante el gobierno regional apepista. El remedio resultó peor, en opinión de algunos. Y, a juzgar por lo que se ha visto en otros casos de corrupción y en lo que empieza a aparecer sobre el periodo de Vizcarra en Moquegua, ¿qué nos asegura de que no haya habido también en La Libertad posibles arreglos bajo la mesa pese a la presencia de esta prestigiosa oficina internacional?