A dos horas de Tingo María, en el distrito huanuqueño de Rupa Rupa, Juan Falcón atravesaba una espesa vegetación cuando se dirigía a su chacra, pero de pronto tropezó con una trampa artesanal para animales y recibió una ráfaga de perdigones que le impactó en el rostro, cabeza y cuello. Felizmente, el agricultor de 53 sobrevivió a este mortal accidente.
Sus familiares lo encontraron tendido en un charco de sangre en el caserío Río Barranco, provincia de Leoncio Prado. En medio de la desesperación, fue trasladado al hospital de Tingo María, pero debido a la gravedad de sus heridas fue llevado al Hospital Lima Este-Vitarte, en la capital, donde le salvaron la vida.
DAÑOS
Los perdigones que recibió le causaron múltiples fracturas faciales y en la mandíbula, así como lesiones en las partes blandas (labio, lengua, piso de boca y mentón). También fue sometido a una traqueostomía (orificio en el cuello que va hasta la tráquea).
“Le hicimos una limpieza quirúrgica y la reducción de la fractura con placas y tornillos de titanio. La cirugía duró siete horas y consistió en unir los segmentos rotos de la estructura ósea de la cara”, explicó la cirujana Gisell Izquierdo, jefa del Servicio de Cabeza y Cuello.
Los médicos pudieron extraer al paciente 20 perdigones, sin embargo, no lograron retirar otros alojados cerca a vasos sanguíneos, nervios y columna vertebral. De hacerlo, su vida correría peligro.
Doris Falcón, hija del agricultor, alertó que otras dos personas resultaron heridas en las piernas con este tipo de trampas meses atrás.
En el 2016, el conservacionista ambiental Hugo Vásquez Torrejón resultó herido por una trampera en la provincia de Picota (San Martín) al ser impactado por un perdigón en la rodilla que lo dejó postrados varios meses en cama. Un año después, los menores Snaider (14) y Sain (10) también fueron víctimas de estas tramperas en el Alto Amazonas.