Día de la Madre: Pese a discapacidad sacó adelante cuatro hijos
Día de la Madre: Pese a discapacidad sacó adelante cuatro hijos

Hace 29 años, una desgracia la postró en una silla de ruedas por el resto de su vida.

“Debí haber muerto, pero me salvaron. Terminé totalmente enterrada” cuenta Benjamina Huanacuni Mamani, la mamá de acero. Ahora tiene 61 años, cuatro hijos y varios nietos.

Esta es su historia. Benjamina, nació en Puno; pero hace 39 años llegó a Moquegua y se estableció en el distrito de Samegua.

La vida parecía sonreirle, tenía dos hijos y un año antes de la tragedia, trajo al mundo una pareja de mellizos.

“No recuerdo muy bien lo que pasó, solo que estaba trabajando y el cerro se vino abajo. Quedé atrapada. Cuando desperté me llevaban del hospital de Moquegua hacia Arequipa” señala.

En esa misma tragedia de 1986, su compañera de trabajo perdió la vida en el derrumbe.

“Estuve en coma, todo mi cuerpo fue aplastado. Los médicos me hicieron un hueco en la gargante para alimentarme” añade Benjamina, mientras muestra la marca que lleva en su cuello.

Los médicos hallaron una lesión irreversible en la columna, ya no volvería a caminar.

Sin embargo, la vida no solo traería esta dura prueba para ella. Su esposo, quien no es digno de mencionar en esta historia, decidió abandonarla.

“Nunca más vino a verme al hospital. No sabía que ocurría” dice mientras intenta contener el llanto.

Suficiente prueba para una mujer de 32 años, en esa época.

“Cuando regresé a Moqugua, encontré que mis cuatro hijos estaban en el Hogar Belén (orfanato) yo me los recogí y los llevé a mi casa. Fue muy díficil.”

El relato de la mamá de acero, se inunda en lágrimas. No podía caminar, tenía cuatro hijos, uno de 12, otro de 11 y dos mellizos de un año y medio. Se sentía sola contra el mundo.

“Yo siempre trabajaba en la chacra, había mañanas que despertaba para irme a trabajar y me olvidaba que no podía caminar, me caía de la cama”.

Las lágrimas corren por el rostro cansado de Benjamina. Ser mamá y discapacitada no fue un impedimento para sacar adelante a su familia.

Postrada en una silla de ruedas, aprendió el arte del tejido. Compraba lana y la transformaba en ropa de abrigo. Las prendas que vendía sirvieron para alimentar a sus hijos.

“No pude darles educación superior, estudiaron hasta secundaria” cuenta Benjamina, quien ahora disfruta de sus nietos.

Sus hijos ya son padres y madres de familia. No viven con ella; pero de seguro hoy estarán en su casa y le agradecerán por su esfuerzo. Pese a todo siguió adelante.

“Les pido a las mamás que no abandonen a sus hijos  y que los tengan juntos siempre” dijo.

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