El arzobispo de Piura, José Antonio Eguren Anselmi, a través de un comunicado rechazó el aborto terapéutico en caso de violación, pues asegura que “no soluciona nada, sino más bien, elimina una vida humana inocente”
“En los últimos meses venimos siendo testigos de diversos casos de abortos, equivocadamente llamados “terapéuticos”, que confunden a las mujeres y familias peruanas, porque el aborto no cura nada, sino más bien, elimina una vida humana inocente”, aseguró.
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Agregó que, como pastor de Piura y Tumbes, es su deber alertar a los fieles cristianos de esta Arquidiócesis, a todas las personas de buena voluntad, y en especial al personal sanitario, para que hechos como los que han sucedido en otras regiones del Perú, no ocurran entre nosotros. “Una vez más, quiero expresar mi defensa por aquel que tiene todo el derecho a vivir: El concebido no nacido, es decir, el “Niño por Nacer”, así como a su Madre”.
Eguren se solidarizó con todas las mujeres y adolescentes, que han sufrido la brutal agresión de una violación. “Oramos por ellas, y la Iglesia les brinda su acogida, atención y ayuda maternal. Pero también afirmamos con el Papa Francisco, que «la sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana…No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana»”, agrega.
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Destacó que: “En los lamentables casos de los recientes «abortos terapéuticos», la vida del concebido no ha sido tomada en cuenta en ningún momento. En una violación, donde se haya producido una fecundación, es decir, donde se ha concebido una nueva vida humana, hay dos víctimas: La madre (la mujer violada) y el hijo. El fruto de este acto violento es un «niño inocente», que tiene todo el derecho a la vida, y que no tiene la culpa de tan brutal acción. No es al «niño inocente» al que hay que castigar matándolo, sino más bien hay que procesar y castigar al violador, con todo el peso de la ley. El primer derecho fundamental es siempre el derecho a la vida. Más bien, lo que hay que hacer es fortalecer a la justicia para que persiga y castigue drásticamente al violador, así como fortalecer a la sociedad, para que garantice los medios de ayuda y asistencia en favor de la madre, tan dolorosamente sometida a esta terrible prueba”.
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Eguren recalcó: “Quiero recordar que, someter a una madre al trauma del aborto, en el caso de una violación, es hacer pasar a la mujer por más sufrimiento y más trauma, más aún si es una adolescente. El aborto es un acto violentísimo que deja traumas y daños a todo nivel: Físico, psicológico, y espiritual, en lo que hoy es conocido y reconocido, como el «Síndrome Post Aborto». El aborto no repara la violación, sino peor aún, la ahonda con mayores consecuencias y sufrimientos que pueden marcar a la madre para toda la vida”.
Dirigiéndose al personal de salud los exhorta: “Les recuerdo a los médicos y enfermeras católicos que, nadie puede obligarlos a realizar un aborto, y que tienen el deber de rechazar cualquier imposición al respecto a través de la objeción de conciencia”.
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Finalmente, nuestro Arzobispo recalca que: “Lo que en verdad se está buscando con estos casos de «abortos terapéuticos» es abrir la puerta al aborto libre, pues una vez que se relativiza por una causa la inviolabilidad y dignidad del derecho y el don de la vida humana, entonces, ésta deja de ser sagrada y digna en todos los casos. La vida de las personas ha dejado de estar por encima del Estado, y ya no se la protege más del egoísmo humano. Ese es el camino que trágicamente han seguido numerosos países de Europa y América Latina. No permitamos que se abran las puertas a «la cultura de la muerte» en el Perú, y en particular en Piura y Tumbes, regiones que siempre han dicho de manera enfática: «No al aborto y Sí a la Vida»”.