Don Hilario Ramírez Zapata tiene 66 años de edad. Es obrero de construcción de oficio, pero debido a un accidente, ahora se desempeña como vendedor de juguetes en Piura.
La historia de don Hilario es un gran ejemplo para muchos. Desde que tenía 20 años se dedicó a trabajar en construcción civil, oficio que lo hizo hasta sus 55 años. Luego de unos años contrajo matrimonio con Vicenta Chempén Zapata (65) con quien tuvo 4 hijos; dos varones y dos mujeres, los mismos que ya han formado su familia.
Pese a que cada uno formó su hogar, don Hilario no deja de apoyarlos económicamente debido a que algunos no tienen un trabajo fijo. El padre de Gelder, Fabiola del Rosario, César y Karla Ramírez Chempén, nos cuenta que sale desde su casa ubicada en Veintiséis de Octubre, y desde las 9 de la mañana sus hijos lo acompañan hasta la Plaza de Armas donde coloca su carrito y sus juguetes para ofrecer a la gente que pasa por el lugar. Hay días que son muy buenos, pero también hay días en que solo logra vender para la comida. Aun así, no se amilana para seguir trabajando como ambulante en el centro de Piura.
Pero, ¿qué lo llevó a trabajar con vendedor? Un día tomó una motocicleta y sufrió un accidente cuyo conductor lo dejó abandonado, no recibió ninguna ayuda económica para su tratamiento. Él no puede caminar muy bien debido a que su pierna derecha necesita de una operación que le cuesta 35,000 soles, monto que no puede reunir hasta la fecha. Su mejor amiga es un bastón que usar para caminar.
Ante esta dificultad, el padre de familia tuvo que “buscárselas” para llevar un pan a casa y no le falte nada a su esposa, quien es ama de casa y actualmente se encuentra al cuidado de su padre que sufre de una enfermedad que lo ha llevado a postrarse en cama.
Desde hace siete años, don Hilario vende peluches, muñecas, pelotas, carritos y otros productos para los niños. Aprovecha los fines de semana pues son los días que más se vende ante la afluencia de personas en esta plaza. Sí nos dice que su ingreso en el día más bajo es de 15 soles, aun así, sigue vendiendo en la calle.
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El padre de familia cuenta con un carné de persona con discapacidad otorgado por el Estado para que le permita trabajar sin que el personal de Fiscalización lo retire. Esto lo aprovecha para no ser retirado ni que sus productos sean incautados como sucede con otros vendedores.
“Tengo un carné de discapacidad que nos da el Estado, por eso los fiscalizadores no pueden sacarme, de acuerdo a las normas. Tenemos una ley y si nos sacan los multan (a la municipalidad)”, nos comenta de manera segura.
Este humilde hombre permanece durante 12 horas ofreciendo sus productos. Sus hijos se turnan para llevarle el almuerzo. Él come en su lugar de trabajo, ante una necesidad es ayudado por algunos compañeros que están por el lugar. No se siente menos que nadie, pues dice que el trabajo dignifica a las personas y se siente orgulloso de lo que hace y porque su familia también siente lo mismo por él.
No tiene mucho dinero ni una casa bien amoblada, pero lo único que le pide a Dios por el Día del Padre es poder compartir con su familia. No desea tener grandezas, pero si bienestar y salud para disfrutar de sus parientes, sobre todo de sus nietos.
“Solo espero que este Día del Padre, Dios me permita pasarla en familia, junto a mis hijos, esposa, nietos y otros familiares, ya que durante la pandemia por el COVID-19 no hemos podido visitarlos. Espero que no pase nada, porque tenemos a mi suegro un poco mal, si no pasa nada la pasaremos en familia”, dijo don Hilario.
En tanto, recomendó a todas las personas que se dediquen a buscar un trabajo y no esperar a que la gente les dé dinero. “Muchos salen a pedir, estoy delicado y salgo a trabajar, sí me apoyan, pero yo no pido, vendo mis juguetes, me daría vergüenza pedir, así como estoy la gente me apoya y eso deben hacer ellos, buscar un trabajo”, aconsejó este padre de familia.
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Don Hilario Ramírez Zapata es un claro ejemplo a seguir pues, pese a su discapacidad de no poder caminar muy bien, se levanta muy temprano para salir a trabajar. Él deja de trabajar a las 9 de la noche. Son sus hijos que lo llegan a recoger para ir a casa donde su esposa lo espera.
Este hombre recalca que trabaja porque siempre ha sido un hombre que no espera que los hijos le lleven dinero, porque hay momentos en que él ha tenido que ayudarlos, pero ellos también están pendientes de sus padres. Se siente fuerte y confía en Dios que le dará más años de vida para seguir trabajando en lo que le gusta. Con una sonrisa en la cara nos dice: “No tengo dinero, pero soy feliz”.
Don Hilario siempre usa un chaleco color anaranjado. Se ubica a un costado de la Pola, centro de la Plaza de Armas. Si desean ayudarlo comprándole alguna cosita, ahí lo encuentran desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche.