“Desde días antes de la “Nochebuena” los niños de la Mangachería (en Piura) recorrían casa por casa visitando los pesebres, donde el día 24 a las doce de la noche sería colocado el “Churrito Manuelito”, como así lo llamaban en aquel entonces en La Mangachería, allá por el año 1950”, nos cuenta don Francisco Seminario Ramos, un mangache de pura cepa.
Según nos cuenta, eran otros tiempos, se vivía con plenitud y religiosidad el Nacimiento del Redentor, la gente se vestía muy elegantemente y se visitaban las siete iglesias y una de ellas era la Cruz del Norte, que exhibía un hermoso pesebre de gran tamaño. Las mujeres de este sector de la ciudad se esmeraban en adornarlo con lo mejor que podían encontrar, con mucho paciencia y creatividad.
“Los niños y niñas, esperaban con ansias que “Manuelito” les trajera su regalo en ese día. Era total su inocencia que creían que poniendo un zapato bajo la almohada, era sinónimo que recibirían un regalo del Niño Dios. No existía entonces “Papá Noel”, dice Seminario Ramos.
El día 24 luego de las ocho de la noche y haber tomado su chocolate y panetón corrían a la cama y se dormían pensando en su regalo que les traería el “Niño Manuelito”, y que simplemente era reemplazado por las manos de sus padres que guardaban celosamente sus juguetes, desde días antes para que nos los vieran.
Al día siguiente, al despertar, ahí estaban sus juguetes consistentes en muñecas, trencitos, pistolas y carritos de carey, pelotas de caucho o de jebe, aunque en algunas casas, las pudientes, les compraban a sus hijos bicicletas o carros a pilas.
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