La proliferación de más de 2 mil ambulantes en los exteriores del Mercado Central no solo ha traído consigo el desorden, sino también una reducción de entre 30% y 50% de las ventas de los comerciantes formales.
Los exteriores bulliciosos y abarrotados, donde los billetes y las bolsas de compras se mueven con gran rapidez, entran en contraste con los silenciosos y hasta solitarios pasillos de los mercados privatizados.
Para los vendedores del interior de los centros de abasto, los ambulantes son una competencia desleal, que no solo ofrecen productos de menor precio, en desmedro de la calidad; sino también dificultan que los usuarios ingresen a sus locales.
Así lo hace ver el vicepresidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado Modelo, Jorge Ledesma, quien señala que los rubros más afectados son los de ropa y zapatos, que son los que más ofrecen en el exterior.
TODO ES IGUAL. Coincidentemente, ayer se cumplieron dos años de la liberación de las vías de la avenida Mártires de Uchuraccay y el panorama no ha cambiado mucho desde entonces. Los informales siguen mandando en las calles ante la permisividad de los pocos efectivos ediles que resguardan esta zona. Antes vendían en puestos de puertas enrollables o de triplay, pero ahora usan carretillas y se retiran entre las seis y siete de la tarde.
Jorge Bejarano, coordinador de Seguridad Ciudadana del Complejo de Mercados, expresó que la invasión de los ambulantes es peor los fines de semana, coincidentemente cuando hay menos personal de la comuna de Piura.
PIENSAN REGRESAR. El sector más afectado es el que ocupan los comerciantes del el exTerminal Terrestre “El Bosque”, que se habilitó justamente después de la liberación de las vías públicas del jirón Gonzalo Farfán y la avenida Mártires de Uchuraccay, donde trabajaban la mayoría de asociados que ahora buscan la formalidad. Pero, después de dos años no han podido atraer clientes, a pesar de estar ubicados en la entrada del mercado y frente a la Comisaría de Piura.
Gerardo Antón, uno de los vendedores de este mercado, nos dice que solo venden lo necesario para comer, pero que antes podían programar sus préstamos para cada campaña, con la seguridad de poder cumplir con los pagos.
“Ahora ni nos alegramos con las Fiestas Patrias. Venimos acá con el sueño de ser formales, pero los ambulantes nos están ganando la batalla y hasta nos dan ganas de sacar nuestras antiguas carretas”, aseveró.
CONOCIDOS. Son pocos los comerciantes que opinan de esta realidad, pues la mayoría tiene familiares o amigos cercanos que, a pesar de tener un puesto, ocupan las vías públicas.
Ronald Arellano, quien se dedica a la venta de calzado en un puesto del Mercado Modelo, que adquirió luego del desalojo del 4 de julio de 20014, cuenta que cuando laboraba en las veredas del jirón Gonzalo Farfán, sus ventas que eran de hasta mil 500 soles diarios, ahora no superan los 800 en un buen día.
No obstante, no suele reclamar, porque sus padres, tres de sus tíos y una hermana tienen puestos en la exfábrica San Miguel, pero venden en las veredas porque tienen hijos que mantener y préstamos que honrar, pues en sus locales formales no venden nada.
Una historia similar es la de Rosa Flores, quien también tiene un puesto en el Mercado San Miguel, pero se ha convertido en ambulante, debido a que sus ingresos en ese centro de abasto eran nulos.
“Me fui a la quiebra, tuve seis meses sin vender nada y debía pagar una deuda de 10 mil soles. Tuve que dejar a mi hijo en la fábrica y sacar mi mesita en las calles”, acotó. No obstante, los formales también tienen que cancelar créditos y sus ventas disminuyeron debido a la competencia desigual de los ambulantes.
“Nosotros pagamos impuestos, vigilancia y luz, pero ellos no pagan nada. Si vendemos es porque hemos ganado clientes, pero la mayoría prefiere comprar afuera”, explicó la comerciante de ropa interior del Mercado Anexo, Edith Sóndor.
MENTALIDAD. Según cuenta Francisco Calle Domínguez, uno de los empresarios más prósperos del Mercado Anexo, la falta de mentalidad empresarial les está cobrando la factura a los comerciantes que tenían gran cantidad de ventas en una vereda, pero que nunca se preocuparon por desocupar las calles y formalizarse.
“Pensaban que siempre iban a tener todo fácil y no se preocuparon en el futuro, solo algunos siguen arriba gracias a que tomaron precauciones”, dijo.