La mafia de tráfico de mujeres puesta al descubierto en la región Piura, captaba a sus víctimas a través de las redes sociales como Facebook.
De acuerdo a las investigaciones efectuadas por la Policía y la Fiscalía, el sujeto que se hacía llamar como “Ernesto”, veía en las redes sociales las fotos que colgaban las menores, a las cuales les ofrecía hasta 700 soles semanales.
Una vez que las víctimas aceptaban, él personalmente las ubicaba y se hacía para como una persona “buena gente” que se preocupaba de su situación.
Para ello les hacía un análisis de la situación económica de su familia y de la relación que había entre ella y sus padres para envolverlas con argumentos que llegaban a convencerlas, al punto de que decidan abandonar a su familia definitivamente.
Entre las muchas formas que tenía para ganarse su confianza, les entregaba dinero, les compraba cosas para después convencerlas de que se retiren de su casa, ofreciéndoles alojamiento, alimentación y el trabajo para que ganen dinero.
Antes de eso les daban dinero como un anticipo por el alojamiento y la comida, para generarles una deuda y de esta forma tenerlas ligadas a ellos, entregándolas después a los clientes y a centros nocturnos. Posteriormente las desarraigaban completamente de su familia.