Muchas personas que se dedican a ejercer la prostitución, sea mujer, hombre, transexual o travesti, aún están lejos de alcanzar algunos derechos que muchas veces, indican, se les vulnera cuando ejercen este oficio.
Esta es una realidad de la cual la población no puede ser ajena a ella. En la región Tumbes, existe un promedio de 300 mujeres que se dedican al comercio sexual, algunas de manera legal y otras aún continúan brindando sus servicios en las calles.
LEGALES. En el departamento fronterizo, existen tres casas de citas autorizadas, en las que el mercado comercializa en su mayoría los servicios sexuales de mujeres del país vecino Ecuador, y en un menor porcentaje también las hay peruanas que venden sus cuerpos a los parroquianos.
“Las Gatitas”, “La Selvita” y “El Cachito de Oro”, son los tres prostíbulos autorizados en Tumbes, donde las trabajadoras constantemente están expuestas a exámenes para descartar alguna Infección de Transmisión Sexual (ITS) y además, cuentan con un carnet sanitario, expedido por la Dirección Regional de Salud.
“Los exámenes se les realizan cada quince o treinta días”, manifiesta Wilmer Davies Carrillo, director regional de Salud, quien también refiere que los controles se brindan con el apoyo de las Unidades de Atención Médica Periódica (UAMP), ubicadas en los centros de salud de La Cruz y Zarumilla, así como en el Centro de Referencia de pacientes con ITS (CERITS), ubicado en Pampa Grande.
CIFRAS. Según las cifras otorgadas por Jannet Flores Peña, presidenta de la Asociación de Trabajadoras Sexuales de Tumbes, en promedio son 50 mujeres dedicadas al oficio más antiguo del mundo, las que reciben los beneficios por parte de la Dirección Regional de Salud Tumbesina.
“Cada vez que se detecta a una chica con alguna infección, le quitamos el carnet y entra en tratamiento hasta que se recupere”, expresa Flores Peña. En relación a las que contraen alguna infección de transmisión sexual que tenga mejoría.
En el caso de las meretrices cuyo destino las llevó a contagiarse con el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), se les retira del oficio, y la Asociación de Trabajadoras Sexuales de Tumbes se encarga de brindarles apoyo psicológico y luego les busca otro oficio.
Muchas de ellas, remarca la presidenta de este gremio, son el sustento económico de sus hijos, que son el motivo por el cual optan por dedicarse a este trabajo.
ILEGALES. Hay alrededor de 250 meretrices que aún continúan en la clandestinidad, y que noche tras noche huyen de los operativos que realizan efectivos policiales y de serenazgo.
Este significativo número de trabajadoras sexuales, no corren la misma suerte que las que laboran en los establecimientos autorizados.
Ellas (las de la calle), señala Jannet Flores, se ven expuestas a maltratos cuando son intervenidas, y si pertenecen a otros países son deportadas inmediatamente.
Siendo las ecuatorianas las que mayormente migran a Perú y se dedican a ejercer el servicio sexual, en un menor porcentaje se ubican las mujeres de Colombia que ingresan al país, pero también se ha detectado la presencia de Venezolanas.
El trabajar ilegalmente también las lleva a formar parte de esa población vulnerable, cuyo riesgo de infectarse vía sexual, es cada vez mayor.
Para esta población, expresa la titular del gremio de trabajadoras sexuales, se trabaja para hacerles entender la importancia de realizarce los controles médicos; además, se les brinda capacitaciones en temas preventivos.
“Si tanto le molesta a la gente y no quieren verlas en la calle, que nuestras autoridades abran más casas de citas para que trabajen”, este es el pedido de quien representa a las trabajadoras sexuales de la región, y es que para ella la solución para evitar actos discriminatorios por parte de quienes tilda de conservadores, es que los gobernantes apoyen a este sector de mujeres, colocándolas en otros lugares a donde no tengan que ser señaladas, ni tampoco perseguidas en los operativos.
“La prostitución no es un oficio que debería avergonzarnos, es un trabajo”, enfatiza Flores Peña.
DERECHOS. Uno de los riesgos a los que están expuestas las mujeres que optan por este oficio, es ser víctima de agresión por parte de los parroquianos.
Como se recuerda, semanas atrás una jovencita que trabajaba en la clandestinidad fue cortada por un sujeto que habría solicitado sus servicios, pero, finalmente no se habría realizado ningún acto de justicia para ella.
“Es que aún existe gente que te señala por ser prostituta” refiere una de ellas, quien justifica las veces en que algunas meretrices prefieren callar y no denunciar estos maltratos, porque según dice, su voz no será escuchada por ninguna autoridad, y sobre todo si aún brindan servicios en la calle, el panorama resulta cada vez menos favorable.
Ante estos abusos, los gremios de trabajadoras sexuales, vienen haciendo público estos actos y solicitando que se atienda esta población.
“Las trabajadoras sexuales somos ciudadanas con derechos y ninguna autoridad puede decir que no los tenemos, y que no podemos reclamar nada” expresa Leida Portal, presidenta de las trabajadoras sexuales a nivel nacional.
Otra de las cosas que aún se debate, y que ellas solicitan, es la legalización del aborto, en el caso de que una trabajadora sexual tenga VIH, pues al concebir a un niño, este tendría un período de vida corto.
Estos son solo algunos de los que señalan como sus derechos, por los cuales vienen batallando con el Estado Peruano, porque dan a conocer que el gobierno no las respalda completamente.
Caso contrario sucede en Ecuador, país que Jannet describe con entusiasmo, al expresar que en el vecino país las autoridades incluyen a esta población.
LOGROS. A la fecha solo han obtenido algunos beneficios y estos se reflejan, por ejemplo, en que las trabajadoras sexuales de los prostíbulos autorizados en Tumbes cuentan con controles sanitarios. Siendo los médicos de la Diresa, los encargados de velar por la salud de estas mujeres.
Por otro lado, se ha establecido conversaciones con asociaciones de trabajadoras sexuales en Ecuador, con las que se viene impulsando programas para evitar maltratos hacia compatriotas que ejercen el meretricio en el país del Norte, o también ecuatorianas dedicadas a este oficio en la región Tumbes
“De a poquitos vamos avanzando”, son las palabras de algunas meretrices, que pese a ser mujeres, dicen ser privadas de muchos derechos, solo por el hecho de brindar servicios sexuales y que en su gran mayoría no laboran en el interior de una casa de cita autorizada, sino que, continúan siendo parte de ese negocio que en su mayoría se encuentra en una esquina.