“Un artista camaleónico”, esa es la frase que puede definir al reconocido actor Bruno Odar, quien volvió con fuerza a las pantallas luego de pertenecer al elenco de Al fondo hay sitio. Actualmente, el también escritor y director de teatro sigue sorprendiendo a su público con personajes totalmente diferentes, y de lunes a viernes interpreta a Jaime, el padrastro de la protagonista en la sintonizada telenovela En la piel de Alicia.

De Barrio Producciones está apostando por las historias basadas en los problemas sociales que vemos a diario… 

Creo que no solo se está haciendo una ficción, sino también se está realizando una especie de campaña indirecta. Además, se puede saber lo que piensa la gente. En esta telenovela, el primer sospechoso es mi personaje; eso te deja ver la imagen que tienen las personas de los padrastros.

De acuerdo con lo vivido con este personaje, ¿crees que se pueda concretar ese lazo paternal entre personas que no llevan la misma sangre?

Bueno, en lo personal, yo tengo un hijo que no es mío, pero creo que, como padre, le he aportado bastante; es más, todos los días aprendo y sufro, no solo con él, sino también con mis hijas biológicas.

En la ficción eres un padre protector. ¿Cómo es Bruno en esta faceta? 

Igual de protector, pero también un poco descuidado y sé que tengo que trabajar en eso. Uno no puede decir “Soy un magnífico padre“ porque no es así; mientras van creciendo, vas encontrando otros problemas. Actualmente, estoy enfocado más en mi familia que en mi trabajo.

Estuviste alejado de la televisión y regresaste a las pantallas con Al fondo hay sitio. ¿Por qué regresar precisamente con ese proyecto?

A finales del 2010 se me acercó Efraín Aguilar, y lo que me sorprendió de él fue que, con mucha educación, me invitó a participar de esa serie. Creo que esa actitud me hizo aceptar la propuesta. Disfruté mucho interpretando a Luchito, aunque todos sentimos que se hizo largo el final.

¿Te molesta que aún te recuerden por el personaje de Luchito en las calles? 

Le agradezco a la gente que me sigue en televisión, porque hasta antes de hacer Mi esperanza me llamaban Luchito, pero al verme en un personaje distinto empezaron a llamarme por mi nombre. Es bonito que el espectador siga tu carrera y se dé cuenta de que eres un actor y no un personaje.

¿Qué tan importante son los aplausos para Bruno?

Para mí, los aplausos son instantes; es lo que mide si has hecho bien o mal tu trabajo. Es la respuesta del público, y para mí ellos siempre son lo más importante.

Compartes escenas con gente muy joven. ¿Qué tanto beneficia esto a un actor que tiene una amplia trayectoria como tú? 

Uno se alimenta de ellos porque entran a escena con esa luz y entusiasmo que hace que uno se contagie.

Tienes una escuela de formación actoral que ha sido cuna de varios actores... 

Sí y con mi escuela trato de formar actores que no solo esperen el llamado de la televisión, sino que también se las busquen y hagan muchas más cosas, porque esta profesión a nivel mundial no es fácil.

Trabajas constantemente con jóvenes talentos, ¿cuál es el principal problema con el que tienes que lidiar con ellos? 

Que no toman en serio esta profesión. Los chicos piensan que esto es un hobby y fácil. Lo que más me cuesta con ellos es que entiendan que esto es un trabajo y, sobre todo, un servicio al público.

¿El talento para la actuación se trabaja o es innato? 

No, ya naces con eso, no se consigue en un lugar; sin embargo, sí uno tiene que invertir en su talento y hacer que esos dotes crezcan, no quedarse solo en una cosa.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

El próximo mes vuelve la obra de teatro familiar Frankenstein, en la cual estoy asumiendo la dirección y se presentará en el Auditorio del Centro Cultural Ricardo Palma.   

Perfil 

Bruno Odar Galindo, actor y director de teatro

Estudió en la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 2018, protagonizó el unipersonal La materia de los sueños. 

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