Treinta años de carrera, Carlos Vílchez saca pecho sin falsa modestia, le ha costado y no tiene empacho en confesarlo.
“Yo he trabajado mucho para ser lo que soy, me gusta mi carrera porque me la comí, la sufrí y la viví, cuando mis hermanas bailaban en las revistas del teatro Leguía yo hacía obras para niños”, cuenta más entusiasmado que nunca a dos semanas del estreno de su primera película, Macho peruano que se respeta. “Estoy tan tenso como en las semanas previas a la llegada de tu primer hijo”, asegura.
¿Alguna vez imaginaste que protagonizarías una película?
Nunca, aunque mi primer acercamiento al cine fue en el 91, cuando me llamaron para ser parte del elenco de Sin compasión, de Francisco Lombardi. Me encantó el personaje, pero lo económico no me convenció. Iba a encarnar a un policía bravo que entraba casi al inicio de la película y se quedaba hasta el final.
¿Rechazaste Sin compasión?
Era más muchacho. El tiempo que me demandaba no me iba a permitir cumplir con el programa de JB, el imitador y la plata que me ofrecían no me convenía. Me acuerdo que fui un domingo a pasar letra y luego ya no regresé.
¿Sabías a qué te metías cuando emprendiste el proyecto de Macho peruano que se respeta?
La propuesta me llegó hace un par de años. Le dije a Carlos Landeo, el director, que me diera el guion. Lo leí y me gustó. Pasaron ocho meses en los que redondeamos la historia, que es una comedia. Luego yo sugerí algunos actores que quería y en noviembre del año pasado empezamos a filmar. Nunca me imaginé lo estresante y complicado que es todo esto.
Tu proyecto empezó antes que ¡Asu mare! No faltarán las comparaciones.
Todo el proyecto empezó antes, pero eso es secundario. Lo importante es que el éxito de las películas de Carlos Alcántara nos ha puesto una valla muy alta, pero estamos seguros de haber conseguido un producto de calidad, con humor familiar y que se ha realizado con mucho cariño.
A raíz del éxito de ¡Asu mare!, están de moda los personajes de barrio, criollos. Muchos creen que es fácil proyectar esa imagen.
Tienes que ser de barrio para que lo proyectes y que te crean. Si el público no se identifica, te sentirá sobreactuado. Yo nunca lo hago, salvo que me marquen que debo hacerlo.
¿Esta película es la historia de tu vida?
De ninguna manera. Es una historia original. Mi productora me fastidia con que si yo llevo mi vida al cine tendría que filmar como 13 películas. Hasta dicen que soy muy mujeriego: esos son mitos de la vida, jajaja.
¿Por qué esa fama?
No lo sé. Lo único que te digo es que el mujeriego verdadero es al que nunca se le ve; en cambio, el que dice que es picaflor y que siempre lo ampayan, no lo es. Ya le dije a Mario Hart que si quiere aprender cómo es ser mujeriego, que vaya a mis clases, doy oferta, dos por uno.
¿La popularidad no te abruma?
Popularidad, eso está bien dicho, porque a veces te dicen que eres famoso y esos son los de Hollywood. No creo que me abrume, la he sabido manejar, pero sí he tenido algunos momentos de descontrol. En la calle trato de estar sonriente, pero en realidad soy muy serio.