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Un 28 de octubre de 1987,  dejó el traje de vedette. Cambió las plumas, las tangas y los brillos por el teléfono, el mediodía televisivo y la conducción. Treinta años han pasado de eso, toda una vida. “Cuando veo fotos de esos tiempos, veo a una chica guapa; parecía muy segura, pero si supieran lo insegura que era”, comenta tres décadas después. 

¿A qué le tenías miedo? 

No temía no gustar, porque tampoco tenía mucho que perder; entonces, si gustaba o no, iba a quedar en lo mismo. Tuve a personas que me decían “no lo hagas”. En la vida, existen soñadores y pinchaglobos; y yo tuve en esa época algunos que me querían, pero consideraban que si hacía un protagónico como Aló Gisela y fallaba, ya no tendría oportunidad de nada más en la TV. Sin embargo, no les hice caso

Entonces, ¿cuándo empieza la inseguridad? 

A la semana de iniciado Aló Gisela, cuando escucho una conversación entre mi productor Fernando Guille y el gerente del canal, quien le decía asombrado: “Fernando, mira las cartas que han llegado para el concurso de Gisela. Esto es demasiado; ya la empezó a ver todo el mundo”. A partir de ese día, me hago consciente de quiénes me estaban mirando. Me sentí aterrada, insegura de poder seguir; pero fue el propio público que me ayudó otra vez a volver a la irracionalidad que significa salir en vivo todos los días. En estos 30 años, me he dado cuenta de que no hay que estar muy consciente para hacerlo.

Y durante estas tres décadas, ¿cuántas veces nuevamente te volvió la inseguridad de los inicios? 

Muchas veces. Hace años, salí de la TV porque llegué a considerar que ya no estaba de moda, que las cosas habían cambiado y que yo tenía que hacer otra cosa. Pero me di cuenta de que eso le pasa a todos cuando alguien te dice cosas y te las crees. Sin darme cuenta, me creí algunos insultos, agresiones; aunque no lo admites. Me lo creí y me retiré. Sin embargo, así como me la creí, sentí que debía volver. En estos 30 años, hay momentos que he sentido miedo a mis reacciones, miedo a perderme, a no saber quién era; me pasó a los 29 y me di cuenta de que no había tenido adolescencia.

Claro, fuiste mamá a los 17... 

Y de allí a trabajar. Luego de cinco años con el Aló..., me creí la dueña del mundo; pero la aterrizada también fue dura. Tenía miedo de no saber quién era; no supe en algún momento si pertenecía a La Victoria o no...

Te desubicaste... 

Te pierdes un poco, sí; por eso, entiendo tanto a las jóvenes de ahora y a los futbolistas. Que aparezca todo tan lindo de un momento a otro lo agradeces y sigues dando lo mejor de ti; pero eso no significa que te hayan cambiado de mundo. Es muy complicado; uno lo va entendiendo con el tiempo. 

En estos treinta años, sientes que has tenido que dejar cosas en el camino... como el amor. 

En alguna oportunidad, por el amor quise dedicarme a la familia. Hice un alto para estar en mi casa y dejar mi gran pasión; nadie me obligó. Yo quise retirarme para tener una familia guiada por lo que dice la sociedad; hoy no pienso igual. Cuando volví a la TV hace diez años, estaba segura de lo que hacía, de lo que estaba dejando y de cuánto yo tenía que luchar por esta vocación, por una pasión, un estilo de vida. 

Mi hija tenía cuatro años; pensé que la dejaba, que no la iba a ver más. Me dio una apendicitis que se convirtió en peritonitis; me tuvieron que hacer dos operaciones y por eso tengo un corte en el vientre tipo cesárea. Mi madre no paraba de llorar.

Y no había para pagar la clínica... 

Recién estaba un año trabajando en café teatro. Mucha gente que no me conocía me ayudó: hicieron colectas; quedé debiendo a muchos. Me sorprendió la solidaridad de la gente.

Y, recordando ese terrible episodio, ¿qué valor ahora le das al dinero? 

El que verdaderamente tiene, ni más ni menos. Yo tengo algo en común con millones de peruanos: vengo de hospitales públicos, hice colas con mi mamá desde las cinco de la mañana, sé lo que es hacer colas interminables para que no te atiendan, sé lo que es no tener dinero. Vengo de dormir en un colchón de paja; realmente esa es mi mayor fortuna. 

Algunos dirán que eso es pose... 

Qué puedo decir ante eso. Lo único cierto es que a mí no me tienen que contar cosas; yo sé como caen las gotas de lluvia de los techos de plástico.

Tu hija Ethel tuvo mejor suerte... 

Ella está en el medio y se lo decía hace poco a mis nietas. Vivió en La Victoria y vio a una madre luchar desde que era chiquita; luego, cuando ya me fue mejor, nos mudamos. Ha ido conmigo a los viajes y me esperaba en el hotel mientras llegaba de la función. Tiene sus recuerdos vivos y empezó conmigo a muy temprana edad en la TV, porque lo vivió desde niña. Por eso, no es nada raro que ella también esté ahora en este mundo.

Te sientes orgullosa de ella... 

Muy agradecida, porque uno nunca sabe cómo serán los hijos y mucho más teniendo a una mamá como yo, que por el trabajo no pasaba tanto tiempo con la mía. He hecho lo mejor que he podido como cualquier mamá, pero no todo lo que debía; ella, desde los cinco años hasta cuando tuvo veinte, se pasó la niñez y la adolescencia sin verme mucho.

Nunca te lo ha reprochado. 

No, sin tener una mamá que se fuera almorzar con ella los sábados, porque yo salía de gira a veces con ella y a veces no. Para no quedar mal con las actuaciones de colegio -a las que no asistía-, pagaba las multas; pero he contado con mucho apoyo de profesores, de directores y de mi madre. Ethel está en ese medio que vio las carencias y pudo estudiar en una universidad. En el intento de que hable mejor el inglés, a los 14 años viajó a Londres; porque quería para ella lo mejor.

Dejemos a Ethel y hablemos de los 30 años. ¿Los vas a celebrar? 

Nooo, aunque nadie me creerá, soy súper tímida para los agasajos; quiero que me trague la tierra. Desde inicios del año, ya estaba estipulado -hasta para la cuestión comercial- que yo no haría programa para Semana Santa, Fiestas Patrias y el 28 de octubre.

Realmente, pocos creerán que no te gustan las celebraciones... 

Pues es cierto; prefiero darme unos días para estar desconectada de todo, solo agradeciendo al público con mensajes en las redes. Eso de homenajes en vivo siento que no los merezco, ni los regalos, ni flores; no los necesito. Ahora, ya quiero dar...

Tres décadas en el negocio de la televisión. ¿Le das importancia aún a las críticas que ahora llegan por las redes? ¿Te siguen afectando? 

Siempre van a afectar; es mentira que no. Pero yo hace años que sé cómo vienen, la mano que está detrás y con qué intención; y esas trato de no leerlas. Cuando hago caso de las críticas, es porque sé quién me las hace; sé que autoridad tiene en el negocio del que estamos hablando. 

¿Y las críticas ahora a tu fe religiosa? 

Eso es normal en cualquier sitio. Si tú comentas en quién crees, va a salir otro que no cree en lo que sí tú y te van agredir e insultar. Eso, en cierta forma, es normal; pero también considero que finalmente es mi página en redes y puedo hacer lo que quiero con ella. Si no respetas mi casa, bloqueo. Yo entré a divertirme y pasarla bien; no para aceptar insultos. Hay algo muy cierto: todo lo que tengo ahora es lo que me gusta; nadie me ha impuesto nada, ni la opción de ver una película, menos soportar a alguien malcriado. Estoy con quien elijo.

Ya no eliges pelearte tampoco... 

Ya no me conviene pelear; no me hace bien: me altera la sangre, pierdo mi tiempo. Además, descubrí una cosa: si tú me dices algo, yo te contesto; pero después ya no replico, no te vuelvo a contestar. Tengo claro lo que me gusta o no, a quién vería, con quién me sentaría y con quién no; con eso, me basta. A veces, los que te agreden son las personas a las que más les gustas.

¿Cómo te ves de aquí a diez años? 

Sentada aquí conversando contigo, vestida de celeste y con jeans.

¿Produciendo más que en la conducción? 

No sé, yo pensaba que a los 54 estaría casada con hijos, viviendo en el campo; y mira dónde estoy. Nunca imaginé que tras 30 años seguiría en la conducción; la vida no obedece a nuestros planes. En diez años, quisiera seguir vital, alegre, llena de mi confianza en las cosas que puedo hacer y de mi fe en Dios.

PERFIL

Gisela Valcárcel

Conductora y productora

Se inició en el mundo del espectáculo en obras de café teatro, revistas musicales y programas cómicos. Tras un riguroso casting, la eligieron para conducir Aló Gisela.

CIFRAS

26 de enero de 1963 nació Gisela Valcárcel en la ciudad de Lima.

37 años de edad tiene su única hija, Ethel Rocío Pozo Valcárcel

10 años cumple en 2017 con el formato de baile El Gran Show.

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