Treinta años han pasado, pero están aquí, intactos, a pesar de los trajines, las broncas y las ausencias. Rodolfo y Diosdado Gaitán, hermanos al fin, tienen motivos para celebrar que están juntos desde hace tres décadas y que son dueños de una trayectoria que empezó sin pretensiones una noche en Huamanga, cuando se subieron a un escenario y decidieron darle un nuevo giro a la música andina. Este 21 y 22 de junio tiran la casa por la ventana en el Gran Teatro Nacional, con su banda y 20 músicos de la Sinfónica. Han prometido reafirmar que suenan mejor que nunca.
Hay quienes dicen que no es fácil trabajar con hermanos...
Diosdado: Querer es poder, si hay confianza y sobre todo respeto, se puede llegar a buen puerto. Lo importante es que desde el principio se deben estipular bien las cosas, y sobre todo respetarse y quererse.Rodolfo: La sociedad entre hermanos es un asunto complicado. A un desconocido le haces firmar un documento para que se respeten ciertas reglas y listo. Entre hermanos debe primar la confianza, la sangre, la familia y el amor que se tienen. Hagamos lo que hagamos seremos hermanos para siempre, eso no se podrá cambiar. En el caso de Los Gaitán Castro no hay un documento de por medio, lo que nos une es la pasión por la música.
Pero a pesar de esos sentimientos tan nobles se separaron. ¿Fue necesario para airearse? ¿Para tomar cada uno sus propios rumbos?
Diosdado: A mí me sirvió porque aprendí a ser un poco más guerrero, a buscar mi propia ruta. No fue fácil vivir tantos años bajo la sombra del dúo que en ese momento estaba en lo más alto. Nos despedimos en el pico de la popularidad. Hace 17 años teníamos el nombre y dejamos un vacío.
¿Y cuánto tiempo pasó para un primer reencuentro?...
Rodolfo: Diez años tuvieron que pasar para volvernos a ver.
¿Se extrañaban?
Rodolfo: Nos extrañábamos, claro que sí. Yo soñaba a mi hermano, porque uno sueña a la gente que quiere, que recuerda, aunque digas que no, tu subconsciente te lo tiene presente.
¿Realmente no se veían? Diosdado: No, ni tampoco pasábamos las navidades juntos. Había un resentimiento, heridas dentro de nosotros. Rodolfo: Yo daba conciertos con mi hermano en mis sueños, pero se transformaban en pesadillas cuando empezaba a tocar y se me rompían las cuerdas.Y para no alargar la historia, la vida, la casualidad y ciertas coincidencias, al cabo de diez años de ausencia, volvieron a juntar a Rodolfo y Diosdado. Tras los abrazos y las lágrimas, se dieron cuenta de que entre hermanos no hay lugar para el resentimiento. A partir de allí sus reencuentros fueron más frecuentes y hoy hasta hablan de proyectos musicales juntos.
Los 30 años están para reafirmar que la hermandad continua...
Rodolfo: En todas partes se cuecen habas y nosotros no fuimos la excepción. Hemos llegado a este punto de nuestras vidas más cuajados, maduros. Tenemos que tirar este carro para adelante y eso nos los planteamos desde el inicio de este proyecto que fue universalizar nuestro canto andino. Los 30 años están bien luchados, trabajados, juntos o independientes. Tenemos la línea y el concepto. A ello vamos, seguimos teniendo ideas.
¿Algún nuevo disco juntos?
Rodolfo: Tenemos temas que hemos compuesto por separado, lo único que falta es juntar las voces, canciones hay para un disco. Como adelanto en el concierto interpretaremos un par de canciones mías y dos de Diosdado que las hicimos después de la separación, son simbólicas.
Sin falsa modestia, ustedes marcaron pauta, el nombre pesa...
Diosdado: Lo nuestro es como una corriente, una fórmula, un formato de cómo se tiene que presentar un artista y su compromiso con el público. Si analizamos nuestro primer disco hasta el último, todos tienen la raíz y esencia, pero cada uno es distinto. La característica de Los Gaitán es que lo que hemos hecho, siempre lo hemos hecho bien, pese a quien le pese.