El escritor argentino Mempo Giardinelli, que ganó el Premio Rómulo Gallegos 1993 por su novela El santo oficio de la memoria, estuvo en Lima participando en un par de conferencias en el marco de la 36° Feria del Libro Ricardo Palma, mas no para presentar su nuevo libro, La última felicidad de Bruno Fólner (2015).
En entrevista con Correo, el reconocido autor, quien ha criticado con dureza al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en los últimos meses, opinó brevemente sobre la victoria del electo presidente de su país, Mauricio Macri, pero nos habló con más soltura de su trabajo literario.
¿Qué opinión le merece la victoria de Macri?
Te puedo decir dos líneas sobre las elecciones y nada más. Creo que han sido unas elecciones ejemplares. Como demócrata, hay que aceptar el veredicto de las urnas y eso para mí es indiscutible. Mi lectura personal es que mi país está polarizado. La diferencia ha sido de dos puntos. Son 700 mil votos entre 55 millones, de manera que ha sido una diferencia mínima. Me parece que esto es grave para la Argentina. Me parece preocupante que sea presidente este hombre, a quien yo no respeto en lo más mínimo. Espero que en las próximas elecciones el resultado sea diferente.
En el trasfondo de sus historias ha estado siempre la política...
Eso es relativo. Mi obra literaria es literatura. Que uno pueda tener una posición filosófica, ética, política, social, no significa que la literatura resultante sea así. Mis libros son ficciones. Las novelas pueden tener una referencia, digamos, al exilio en su momento, a la dictadura. A mí como ciudadano me interesa la política, pero como escritor me interesa la literatura. La política es lo que menos me interesa, más aún, no la dejo entrar en lo posible en mi literatura. La política arruina la literatura; la literatura más bien ennoblece.
¿Su predilección por el universo femenino en su literatura tiene una explicación? (Risas).
Digamos que me interesan más las mujeres que los hombres. El mundo femenino, para mí, como varón, es misterioso. Yo cada vez más creo que nunca vamos a entender a las mujeres y ese no entender es un atractivo fantástico para trabajar la literatura. Sí, me gusta mucho trabajar el alma femenina en mi literatura, de manera experimental, desde luego.
¿Qué es lo más difícil, para usted, de entender de una mujer?
Ah, no tengo la menor idea. Justamente escribo para ver si puedo descubrirlo, pero no tengo la menor idea. Y esa es la maravilla. Para mí es el gran enigma maravilloso que trato de indagarlo en algunos textos, como El santo oficio de la memoria (1991), Visitas después de hora (2004), creo que también ahora en mi última novela, que se titula La última felicidad de Bruno Fólner (2015).
Usted ha publicado varias novelas y varios cuentos casi en paralelo, ha escrito muchos ensayos, pero también tiene un par de libros de poesía...
Mira, un escritor intenta todos los géneros. Yo no creo que sea algo que uno se lo propone. Yo no me lo propuse. Simplemente a veces sale. Yo no sé todo eso que tú me dices, no lo sé ni tampoco quiero saberlo. Son preguntas filosóficas. Honestamente, no sé. Supongo que sí, que de alguna manera me siento más cómodo en la narración, soy más novelista y cuentista, porque me gusta contar historias, también reflexiono y escribo ensayos, alguna vez he cometido alguna poesía, pero... yo soy contador de historias, eso es seguro.
Para terminar, ¿qué experiencia le dejó codirigir una película basada en su novela El décimo infierno (1999)?
Fue una experiencia extraordinaria. Creo que la película está bien. No es un mamarracho. No hice un papelón. Si la vida me da, tengo planeado dos películas más, una basada en un libro mío y otra, en una investigación.