El vino peruano experimenta cambios importantes en todo sentido. A la tradicional bebida dulce hecha de uva borgoña, se han sumado vinos secos elaborados con vides autóctonas y otras no tanto, pero en todos los casos, con un notable acento en lograr una calidad que esté a la altura de la gastronomía local. ¿Qué ha motivado esto? ¿Será que estamos viviendo una verdadera revolución vitivinícola? En el Perú elaborar vinos no es nada nuevo y cuenta con viñedos de gran calidad.
De hecho, los productores de pisco tienen claro el proceso de elaboración, al punto, que todas las bodegas que están haciendo vinos secos, elaboran el destinado nacional. Pero el consumo de vino en Perú es uno de los más bajos de la región con apenas un poco más de 2 litros per cápita anuales, contra los cuarenta y seis de la cerveza.
En años recientes, el consumo de vino ha experimentado incrementos notorios, demanda que han suplido los importados desde España, Argentina y Chile, principalmente, quienes ofrecen diversidad en precio y calidad, incluso, algunas marcas han logrado fidelidad. Por su parte, el vino seco peruano se produce en bajas cantidades, lo que dificulta su presencia en canales masivos de venta.
Según cifras de Perú Vino que organiza el Salón del Vino Peruano, actualmente existen 42 bodegas que producen alrededor de 130 etiquetas entre vinos blancos, rosados, tintos, espumosos y fortificados, en Lima, Tacna, Moquegua, Arequipa, Ica y Apurímac. Donde se plantan las ocho variedades pisqueras, a lo que se suman Malbec, Tannah, Sauvignon Blanc, Torrontés, entre otras.
variedad. Para darnos una idea del crecimiento, en el primer Salón del Vino Peruano en 2017 participaron 13 bodegas y se estima que en 2021 lo harán más de 40. Su director, el sommelier Pedro Cuenca cree que uno de los factores que más ha influido es que los bodegueros han visto un nicho de mercado para crecer, pero que requiere mucho de mercadeo directo como incluirlo en los restaurantes, catas y el boca a boca.
Se trata de un nicho dentro del nicho, que gana espacio lentamente ofreciendo mejor calidad, que ahora cuenta con asesoría calificada, entendiendo que la tradición y la tecnología no son excluyentes. No en vano, el nuevo jefe de enólogos de Viñas Queirolo es el argentino Luis Gómez, quien tiene como meta producir vinos de alta gama.
El sommelier Héctor Tuesta dice que hay dos tipos de consumidores de vino en Perú: los que prefieren tomar lo que conocen y rara vez descorchan algo nuevo, y los que se animan apoyar el producto local movidos por la curiosidad. Lamentablemente, los primeros son mayoría.
La tarea pendiente es reconstruir la confianza con los comensales, que durante años lo ha considerado un producto de baja calidad y que en muchos casos no lo tienen en el mejor concepto. Las mejores gastronomías del mundo, cuentan con un acervo de vinos a la altura de lo que se sirve en sus mesas, es solo cuestión de tiempo para que la peruana no sea la excepción.