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Hoy, 7 de febrero, conmemoramos el sesquicentenario del Combate Naval de Abtao, hecho de armas que enfrentó a las naves de la denominada escuadra aliada peruano-chilena con una división española de la escuadra del Pacífico.

El contexto en el que se originó la guerra entre España y las repúblicas del Perú y Chile, a las que apoyaron Bolivia y Ecuador, fue una consecuencia de la política intervencionista española en América, por un lado, en un intento de recuperar su prestigio como potencia de orden mundial, y por otro, reforzar su presencia e influencia sobre sus antiguas posesiones americanas, buscando también contrarrestar el creciente interés de EE.UU. sobre Cuba y Puerto Rico.

Bajo la forma de una expedición científica, la escuadra española se hizo presente en aguas americanas en 1862, en momentos en que se había producido la intervención europea en México y Santo Domingo, acciones que trajeron consigo el rechazo de las naciones americanas.

En agosto del año siguiente, pocos días después de haber concluido la visita de dicha escuadra al puerto del Callao, se produciría un incidente que trajo consigo la muerte de un colono español en la hacienda de Talambo. Ello sería causa y pretexto para la desafortunada intervención del diplomático español Eusebio Salazar y Mazarredo, quien ocultando las instrucciones recibidas de su gobierno, incitó al general Pareja, al mando de la escuadra española, para que capturase el 14 de abril de 1864 las islas Chincha, principal centro productor de guano del Perú.

VIVANCO-PAREJA. Por su parte, el gobierno peruano, por ese entonces bajo la presidencia del general Pezet, buscó en todo momento una salida diplomática al impasse, considerando además que el país no contaba con los medios militares y navales para hacerle frente a una fuerza naval como la española. Pezet, a la vez que logró la devolución de las islas mediante un tratado demasiado concesivo, dispuso la adquisición de artillería de defensa de costa de gran calibre para los puertos, buques blindados para hacerle frente a una escuadra y corbetas para atacar las líneas de comunicaciones marítimas y retaguardia enemigas.

El rechazo popular al tratado Vivanco-Pareja se tradujo en un movimiento liderado por el coronel Mariano Ignacio Prado, quien se pronunció en contra de dicho acuerdo el 28 enero de 1865, estableciendo un gobierno de restauración nacional y logrando hacerse del poder en noviembre de aquel año.

Mientras ello ocurría en el Perú, la escuadra española protagonizó una serie de incidentes en Chile, los que desembocaron en un ultimátum al gobierno chileno que recibió como respuesta una declaratoria de guerra por parte de aquel en setiembre de 1865.

ALIANZA PERÚ-CHILE. No contando Chile con los elementos navales necesarios para hacer frente a la escuadra española, buscó apoyo en el Perú, por lo que el 5 de diciembre ambos países suscribieron una alianza ofensiva-defensiva.

Finalmente, el Perú le declaró la guerra a España el 14 de enero de 1866, y dado que aún se hallaban en construcción los blindados peruanos, únicos capaces de enfrentar con éxito a la escuadra española, se determinó la conveniencia de enviar a nuestras cuatro naves principales al sur de Chile, donde debían aguardar el arribo de los nuevos blindados para actuar luego en conjunto contra la fuerza enemiga.

Tres de estas naves, la fragata “Apurímac” y las corbetas “Unión” y “América”, junto con la cañonera chilena “Covadonga”, conformaron la escuadra aliada, que bajo el mando del valeroso e intrépido capitán de navío peruano Manuel Villar, rechazó de manera efectiva el ataque de las fragatas españolas “Villa de Madrid” y “Blanca” el 7 de febrero de 1866 frente a la isla de Abtao.

Esta acción, que tuvo como protagonistas a muchos de los marinos que se batirían heroicamente frente a Chile 13 años después, fue una evidente demostración de pericia y valentía, gracias a lo cual se evitó el objetivo español de destruir a las naves de la escuadra aliada, y fue, sin duda alguna, un preludio al contundente rechazo a la escuadra española ocurrido en aguas del Callao el 2 de mayo del mismo año.

DATO

86 cañones sumaba en total la escuadra española, según algunos historiadores.

FICHA

John RodrÍguez Asti

Capitán de Navío

También es magíster en Historia y Patrimonio Naval. Autor de varios artículos sobre historia y tecnología naval publicados en revistas del Perú y el extranjero.

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