Armas químicas, un tabú asociado a la Primera Guerra Mundial
Armas químicas, un tabú asociado a la Primera Guerra Mundial

El hecho de que el recurso a las armas químicas sea hoy un tabú se debe a que éstas están asociadas a los terribles sufrimientos que su utilización masiva causó durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), afirman expertos.

Después que el conflicto sirio ha causado ya unos 100.000 muertos en sus dos años de duración sin provocar una intervención militar exterior, los países occidentales se preparan ahora para reaccionar a la muerte de unos cientos de personas causada por un ataque con gas tóxico el 21 de agosto cerca de Damasco.

"Este caso demuestra el lugar sumamente especial que ocupan las armas químicas en la panoplia de armamentos", estima Olivier Lepick, de la Fundación de Investigación Estratégica (FRS).

"Hay una dimensión psicológica muy fuerte. La gente asocia las armas químicas a una muerte dolorosa, a la asfixia y la dificultad respiratoria", agrega.

El TRAUMATISMO DE 1914 - 1918. La prohibición de las armas químicas no data de ayer. "El derecho romano estipulaba ya que no se debe hacer la guerra con armas envenenadas", recuerda Olivier Lepick.

En el siglo XIX, las Convenciones de Bruselas (1874) y de La Haya (1899) prohibían el empleo de armas envenenadas y de proyectiles cargados con gas tóxico.

En abril de 1915, cerca Ypres (Bélgica), el ejército alemán lanzó a las líneas enemigas una nube de gas clorado que causó la muerte de 15.000 soldados.

La indignación no impidió que los aliados recurrieran a su vez a ese tipo de armas y el célebre "gas mostaza" (iperita) dejó huellas profundas en la conciencia colectiva.

"Muchos franceses oyeron hablar en sus familias de un abuelo gaseado en Verdún que murió o tuvo secuelas", acota Lepick.

Esos esfuerzos desembocaron en el protocolo de Ginebra de 1925, que prohibió el uso de armas químicas y biológicas, pero no su fabricación.

Hubo que esperar a los años 1980 y la utilización de armas químicas por parte de Irak contra Irán para lograr la firma de la Convención de París (1993) y la prohibición total de la preparación, fabricación, almacenamiento y utilización de armas químicas. Siria es uno de los escasos países que no ha firmado esa convención, así como Corea del Norte. AFP