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Hace cuatro años, un 11 de marzo de 2011 un tsunami, de 4 metros, provocado por un potente terremoto de 8.9 de magnitud devastó las costas noroeste de Japón donde se arrasó con barcos, coches, edificios y miles de kilómetros de desechos del interior; que dejó 18.500 víctimas contabilizadas, y unas 2.600 desaparecidas, lo que impide a sus familiares cumplir serenamente con el duelo.

A esto se suma las más de 3.000 personas que murieron tiempo después de la catástrofe, debido a las consecuencias del drama y a la degradación de sus condiciones de vida.

Esta catástrofe natural, la peor que haya conocido Japón desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se agregó el accidente nuclear de Fukushima, que expulsó de su domicilio a miles de habitantes. Muchos nunca podrán regresar a su hogar.

Cuatro años después de la doble catástrofe, cerca de 230.000 personas siguen viviendo lejos de su morada, en alojamientos provisorios, en casa de familiares o centros médicos.

A pesar de los planes de reconstrucción, la ayuda institucional y los esfuerzos de empresas y voluntarios, las tres prefecturas más afectadas de la región de Tohoku (Miyagi, Iwate y Fukushima) no han logrado recuperar la vitalidad de antaño.

La reconstrucción de las infraestructuras y de las viviendas avanza lentamente, frenada por el temor relativo a la contaminación radiactiva, que se suma al miedo de sufrir un nuevo terremoto.

Y es que desde marzo de 2011, la tierra tembló en la zona miles de veces.

Sólo 6.000 viviendas, de las 30.000 que el gobierno previó construir, han sido terminadas y apenas 15.000 se encuentran en obras.

La descontaminación de las zonas afectadas por la tragedia de Fukushima, situadas en un radio de decenas de kilómetros, tampoco avanza al ritmo anunciado, lo que posterga sin fin el retorno de los habitantes.

ESFUERZOS POR RECONSTRUIR

"Vamos a poner todo en movimiento para reconstruir las regiones siniestradas, manteniéndonos cerca de las personas directamente afectadas por la catástrofe, obligadas a vivir en una profunda tristeza", declaró el primer ministro japonés Shinzo Abe en una conferencia de prensa.

Abe prometió un nuevo plan para acelerar la reconstrucción y para que la región de Fukushima, en particular, recupere la esperanza en el futuro.

Abe recordó además el compromiso de desmantelar la central nuclear de Fukushima Daiichi, lo que llevará al menos cuarenta años.

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