Una mañana, Juan Carlos Gonzales Muro se vistió como todos los días, tomó desayuno y salió presuroso a esperar que llegara la movilidad que lo llevaba al colegio. Él no entendía que debido a su edad y a la discapacidad con la que ya convivía, ya no podía seguir yendo a la escuela.
A sus 36 años, Juan Carlos es una de las cinco millones de personas en el mundo que vive con el Síndrome de Down, un accidente genético causado por la aparición de un tercer cromosoma durante el desarrollo embrionario de la persona.
Para darle una mejor calidad de vida, el hermano de Juan Carlos, Luis Gonzales, inició una cruzada de muchos años que sirvió para cimentar lo que hoy se conoce como "Pasitos de Fe", una asociación civil sin fines de lucro cuya finalidad es brindar oportunidades a las personas con habilidades especiales y de escasos recursos económicos.
Ahora "Pasitos de Fe" es una asociación que brinda apoyo a más de 250 personas con distintas discapacidades y a sus familias. Prueba de ello es el programa de asesoría para padres que descubren, antes o después del nacimiento del bebé, si su niño presenta algún tipo de discapacidad.
"El objetivo de este programa es evitar que estos niños sean rechazados por sus padres y al mismo tiempo les indicamos que, con un buen proceso de rehabilitación, el niño puede desarrollar sus capacidades de la mejor manera", sostiene Luis Gonzales, presidente de "Pasitos de Fe".
La entidad también realiza trabajos de inclusión a través del deporte.
Esta labor llegó a oídos de la Asociación Deporte, Cultura y Desarrollo de España, quien la nombró finalista de los premios Rompiendo Barreras, que se entregan anualmente en Madrid.
Mundo Alas. La labor de esta asociación llamó la atención del cantautor argentino León Gieco, quien la eligió para que sea la copresentadora del preestreno en el Perú de la película Mundo Alas, un road movie de 80 minutos, grabado por el músico y protagonizado por personas con necesidades y habilidades especiales.
Una labor tan noble como la que desarrolla "Pasitos de Fe" sólo puede merecer elogios y ayudar a renovar nuestro compromiso con los demás seres humanos y con su causa. Porque la fe puede mover montañas y corazones.
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