Kesho y Alf volvieron a verse después de dos años, tras ser criados en cautiverio mientras vivían en Dublin, Irlanda. El emotivo encuentro entre apretones de manos, juegos y abrazos conmovieron y sorprendieron a sus cuidadores.

En el 2012 los gorilas fueron separados para que Kesho, el mayor, se uniera a un programa especial de alimentación en Londres porque según los estudios era infértil.

Sin embargo, su nuevo entorno, en el que convivía con hembras, hizo que su apariencia física cambiara y su nivel de testosterona aumentara en 200 libras su peso.

A pesar de estas variantes en el aspecto, su hermano Alf, de nueve años, no tuvo problemas en reconocerlo, cuentan los cuidadores.

"En el momento en que se encontraron, podías verlo en sus ojos", contó Mark Tye, uno de los cuidadores de los gorilas en la reserva de Wiltshire.

"Estuvieron muy cariñosos en la jaula que temporalmente los separó. Luego de 24 horas los pusimos juntos y fue como si nunca los hubiésemos separado. Estaban de muy buen ánimo y hubo muchos juegos, caídas y rodadas por el piso, pero ninguna agresión", explicó Tye.

Según declaraciones de los especialistas al diario inglés Mirror, no es habitual que estos machos -conocidos como "Silverback"- tengan este tipo de actitudes infantiles.

"Ellos formaron lazos muy fuertes y Kesho es increíblemente tolerante. Si hubieran sido dos extraños, hubieran tenido muchísimas confrontaciones cara a cara, peleas y gritos. Pero se pueden dar la espalda, lo que es una señal de confianza", dijo Tye, su cuidador.

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