Un gato protagonizó una curiosa escena donde, con bastante disimulo, trató de robarle la comida a un perro que, aparentemente estaba dormido.
El felino estaba acostado al costado del tazón de comida del perro, y muy sutilmente empieza a moverse para tratar de coger la comida.
El perro, al darse cuenta de los movimientos del minino, se gira para ver qué sucedía. Ante esto, el gato se quedó inmóvil y espero a que el perro se recueste de nuevo para robar la comida.