Joven se salva de morir dos veces en un mismo día
Joven se salva de morir dos veces en un mismo día

Pablo Arciniegas, un joven colombiano, se ha salvado de la muerte en una misma fecha y casi de milagro tras dos terribles .

El 3 de noviembre del 2015, con 25 años, Pablo cruzó una carretera de  después de bajar del auto de su madre, sin saber que minutos después pasaría algo totalmente inesperado.

Ya en la berma, de un momento a otro fue impactado por una motocicleta, la cual iba a gran velocidad y arrolló a Pablo, quien cayó en el césped contiguo y fue socorrido por su madre inmediatamente.

"El 30 por ciento de la culpa fue mía porque tuve que haber cruzado por el puente peatonal, que quedaba como a diez minutos caminando”, explicó al diario El Tiempo. "Es que la berma es para que los carros se estacionen por si tienen alguna emergencia, no para que pase una moto a sesenta kilómetros y te levante”, añadió.

Segundo accidente

Pero no fue hasta el 3 de noviembre del 2017, en el que descubrió que esa fecha significaría para él una lección de vida o quizás un peligro inminente. Pablo se encontraba nuevamente en la carretera novena con calle 134, montaba una bicicleta sin casco, y estaba totalmente concentrado en llegar a su trabajo.

Los automóviles iban bastante rápido, hasta que un autobús impactó a Pablo hasta arrojarlo con fuerza en el andén. El impacto fue fuerte, el joven se encontró nuevamente en el suelo y fue socorrido por otros ciclistas.

“Escupí sangre y pensé ‘Se me volaron todos los dientes”, explica, pero afortunadamente, solo tenía algunos cortes mínimos en la boca y en las piernas, mientras que su bicicleta yacía debajo del autobús completamente destruida y Pablo sintió que volvió a nacer.

Sus padres se mostraron extrañados pero felices porque su hijo resultó ileso, sin embargo, pese a las bromas del joven al respecto, lo que sí queda claro, es que estos dos accidentes en una misma fecha son una lección de vida.

“No tengo palabras para decir lo que quiero decir sobre esos accidentes, o cómo enfrentar la pregunta de ‘qué sentido le doy a esa casualidad’: es una potencia para seguir haciéndome preguntas sobre el mundo. No tiene palabras”, explicó. 

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