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Su verdadero nombre es Maybellinne, pero cuando lo pronuncia casi siempre termina escuchando un "¿cómo?, ¿podrías repetir?". Por eso prefiere que la llamen simplemente Maya. Sí, igual que la abeja. "Es menos complicado. Desde pequeña me dicen así, es que me gustaba mucho ese dibujo animado", señala con mucha naturalidad y un ligero dejo colombiano. Entonces nos enteramos de algo: Maya es peruana, pero vivió casi toda su vida en Bogotá. "La sangre llama. Necesitaba estar de nuevo en el Perú, y me gusta. Aquí me siento tan en casa como en Colombia", sostiene.

Pero el cambiar de país siempre supone un pequeño choque cultural, sobre todo cuando se viene de tierras donde reina un ambiente más liberal. "En algunas cosas los colombianos tienen la mente más abierta. Por ejemplo, allá una chica puede estar haciendo unas fotos sexys en la calle y no habrá tanto 'chongo' como acá. Todavía hay por aquí un poquito de prejuicios", comenta.

Cuestión de actitud

Las fotografías sensuales han sido parte de la carrera de modelo de Maya. Felizmente no se cohibe. Todo lo contrario, frente a la cámara es como si se liberara. "Soy muy diferente en casa, casi otra persona: tranquilaza y hasta tímida. Sin embargo, en fotos me meto en el papel de mujer sensual", afirma. Asumir el personaje es la clave. Por ello no sorprende que haya elegido dedicarse de forma profesional a la actuación. "Siempre me gustó actuar. Mi vocación es el arte", revela con total seguridad. Incluso ya tiene dos proyectos cinematográficos: rodará las cintas Poseídas y Maranatha.

Al ser una persona talentosa y guapa, no nos sorprende que se le abran las puertas. Lo que sí causa extrañeza es que esté sola. No hay galanes en el horizonte. "Es necesario darle tiempo al tiempo. Ya llegará alguien que valga la pena. Actualmente estoy más concentrada en mis cosas que en iniciar una relación", finaliza.

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