El periodista Pedro Salinas habló con Correo Semanal sobre Al diablo con Dios, el libro donde critica el lado más conservador de la Iglesia católica en el Perú
UN MANIFIESTO CONTRA LA FACCIÓN MÁS CONSERVADORA DE LA IGLESIA: LOS CIPRIANI, los sodalicios, los legionarios de Cristo, el Opus Dei. Esto es Al diablo con Dios, un libro contra el poder de la Iglesia católica. Es un texto muy crítico con un título muy provocador e insolente.
EL PAPA FRANCISCO ME HA SORPRENDIDO. Veo que tiene una intención reformista. Y lo digo ahora que acabo de escribir este libro con todo el escepticismo del mundo. Pero no voy a dejar de reconocer lo evidente. Dudo de que se convierta en un revolucionario. No lo veo ordenando mujeres sacerdotes, menos cardenalas, la Iglesia será misogina por un buen rato más. Tampoco creo que cambie la opinión sobre los abortos y el matrimonio gay. Parece un tipo bien intencionado, pero no sabemos cuánta resistencia va a encontrar. Supuestamente tiene una salud de roble, pero tú sabes, hay infartos y cosas por las cuales se mueren los papas (risas). Le deseo larga vida a 'Panchito'.
PARA LOS SODALICIOS SOY EL DIABLO CON COLA Y PEZUÑAS. Hace diez años publiqué Mateo Diez. Una novela mal escrita y en donde narraba en clave de ficción mi paso por el Sodalicio. Yo me retiré de esa logia. El solo hecho de irte te convierte en un traidor, pero si además escribes una novela sobre ellos, te vuelves el demonio. Un paria. Cuando un sodálite me ve, cruza a la otra vereda. Y si me los encuentro en un restaurante, se cambian de mesa o se van. Eso me ha causado perplejidad, desconcierto y risa.
NO ESTOY ORGULLOSO DE SER RECHAZADO. Entre los sodalicios hay gente que aprecio porque, cuando era parte de esa sociedad, los recluté. Yo era un activista, un proselitista. Y me da pena porque, desde que escribí aquella novela, ellos han interpretado que soy su enemigo, cuando lo único que queria era metaforizar en clave de ficción mi paso por ahí, que fue una experiencia muy intensa. En esa época la formación estaba basada en tratos humillantes, en la obediencia como eje fundamental de su doctrina y tenías que someter tu voluntad a los designios del superior Luis Fernando Figari (fundador de Sodalicio de Vida Cristiana). Tenías que pensar como ellos, vestirte como ellos, era una cosa muy fuerte.
HE SIDO EL PERIODISTA MÁS EXPULSADO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Después de César Hildebrandt. Tengo más de 20 años de trayectoria. Y me han botado de periódicos, de radios, de canales de televisión. Usualmente porque soy un poco chúcaro, porque no me gusta que me impongan una línea editorial, porque me gusta decir lo que pienso. Por eso quienes dicen que he hecho carrera gracias al sodalicio no tienen ningún fundamento.
HE VUELTO A LA RADIO DESPÚES DE 10 AÑOS. Acabo de estrenar un programa en Radio Exitosa. Va de lunes a viernes de 5:00 p. m. A 7:00 p. m. Después de tanto tiempo me siento un poquito oxidado, pero mientras un medio de comunicación me dé un espacio de libertad, no para difamar ni destruir reputaciones, sino para opinar sobre aquellos temas que no se tocan, yo soy feliz.
HE RECIBIDO AMENAZAS DE MUERTE POR MIS OPINIONES. A finales de los 80 me llegaron amedrentamientos desde el MRTA. Me cagué de miedo y me tuve que largar afuera de Lima por un mes. Tenía 24 años y ningún sentido de la responsabilidad, algo de eso todavía me queda. Si las amenazas hubieran sido de Sendero Luminoso no estaría aquí conversando.
NO ME SIENTO CAPAZ DE DECIR QUE DIOS NO EXISTE. No me sale esa frase. Por lo mismo digo que no soy ateo, soy agnóstico. También escéptico. Soy alguien que duda, que no tiene certezas absolutas, que incluso cuando opina de la Iglesia se puede equivocar. Pero mis opiniones creo que son honestas y basadas en cosas reales.
¿EN QUIÉN CREO? EN MIS HIJOS. Me levanto pensando en ellos. Su imagen me persigue todo el día. Las cosas que quiero hacer las hago por ellos. Tengo amigos que se dicen ateos y cuando sienten la turbulencia en un avión se persignan o van al médico rezando. Yo ya no rezo, pero no niego que en esos trances, por ahí, puede que me quede un pequeño tic. Fotos: Johanna Valcárcel