A 3750 metros sobre el nivel del mar se levanta un impresionante complejo inca: Saywite. En este lugar aún se mantienen vivas las estructuras incas que habitaron los pobladores de aquel entonces.
Arcilla, pelo de llama y sábila conformaban la mezcla que utilizaban para componer sus graderías, ventanas y habitaciones, las mismas que eran antisísmicas, pues las construyeron en forma trapezoidal.
Piedra misteriosa. Los guías de la zona aseguran que Saywite quiere decir "nevado quieto" ya que deriva de los vocablos Saywa, que significa quieto, y Ritti, que quiere decir nevado. Sin lugar a dudas, lo que llama la atención de este complejo es el Monolito de Saywite.
Con 2,30 metros de ancho por 11 metros de circunferencia, esta piedra habría sido una maqueta inca, pues ahí están representados los canales de agua que se ubican a unos metros del complejo. También se cree que esta piedra tuvo usos ceremoniales vinculados con los ritos propios de la fertilidad y culto al agua.
El 70 por ciento de la roca, que pesa cinco toneladas, está grabado con los animales emblemáticos de la época inca como el puma y la serpiente. También están representados animales de la costa, sierra y selva.
La piedra de Saywite es de granito blanco gris, el mismo material con el que está compuesta nuestra maravilla del mundo, Machu Picchu.
Cuentan que sus 38 agujeros, distribuidos a su alrededor, contenían oro y plata pero fueron los españoles quienes arrebataron los metales preciosos de esta inmensa roca y, además, quitaron las cabezas de las figuras de los animales tallados, pues creían que ahí también habría oro.
Homenaje en moneda. En marzo del 2012, el Banco Central de Reserva (BCR), como parte de la colección "Riqueza y orgullo del Perú", presentó la moneda de un nuevo sol inspirada en la impresionante piedra de Saywite. La moneda de Saywite fue el motivo número ocho de los 26 que se acuñarán como parte de esta colección.
Por estos días, son 10 millones de monedas de la piedra de Saywite las que circulan en todo el territorio peruano y que son motivo de orgullo para los abanquinos.