La alegría volvió al barrio Senkata porque el nuevo presidente de Bolivia es Luis Arce, el heredero político de su querido Evo Morales. “Ha valido la pena todo el sufrimiento”, dice José Mamani a la AFP.
Hace casi un año, José y sus vecinos salieron a protestar en Senkata, en la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, contra la anulación (por denuncias de fraude) de las elecciones en las que Morales había sido reelegido para un cuarto mandato. Fueron reprimidos por la policía frente a una planta de combustibles, con saldo de una decena de muertos y varias decenas de heridos.
“Me siento feliz”, dice José, tomado por la emoción. Junto a él, sus “compañeros de lucha” celebran con música, bailes y banderas azules (símbolo de Arce) la victoria electoral del domingo, que devuelve el poder al Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales.
Como a este comerciante de 34 años y tez cobriza, a muchos se les mezcla la alegría por el triunfo con los recuerdos de la represión durante las violentas protestas de noviembre de 2019 en Senkata, en el Distrito 8 de esta ciudad fiel a Morales, situada a 4.100 metros de altura.
“Hemos llorado en este distrito, hemos sufrido, hemos pasado días sin comer, a plan de coca y agua”, recuerda José con el rostro al sol del altiplano, rodeado de una cordillera nevada.
“Fue muy doloroso lo que pasó, [la policía] pateando a señoras de pollera, a campesinos, así entró al poder” la presidenta interina derechista Jeanine Áñez, indica Ricardo Saavedra, estudiante de 23 años.
Organismos de derechos humanos denunciaron al gobierno de Áñez por el uso excesivo de fuerza durante las protestas, que dejaron más de 30 muertos y 800 heridos en el país, según la ONU.
Casi un año después, José agarró su bandera Wiphala (símbolo de los pueblos indígenas), compró petardos y salió a las mismas calles donde un día hubo luto para festejar, bailar y gritar “Jallalla [viva] Distrito 8”,
“Esta lucha no es por dinero, yo sé que no voy a tener un cargo en el gobierno. Yo lucho por el bien de mis hijos, porque quiero dejarles un buen futuro”, afirma José.
En su camiseta azul, dice “ya volvimos y somos millones”, junto a los rostros de Arce y su vicepresidente David Choquehuanca, de origen aymara como Morales.
El Distrito 8 de El Alto tiene tradición de lucha. Sus vecinos se rebelaron en la llamada “Guerra del gas” de 2003, que dejó 60 muertos y condujo a la caída del presidente conservador Gonzalo Sánchez de Lozada.
“Goleamos a la derecha”
Exministro de Economía de Morales, Arce arrasó en las urnas al vencer en primera vuelta con una ventaja de 20 puntos sobre el centrista Carlos Mesa.
“Hemos goleado a la derecha, les hemos goleado en su cancha”, exclama Ricardo ante sus vecinos, con los que formó un colectivo de “autoconvocados” en las protestas de 2019.
Ricardo dice que se sorprendió por la contundente victoria del economista de 57 años, que dejó en shock a más de un tercio del país.
En el festejo también celebran a la diputada electa del MAS Sabina Condori, de elegante pollera y mantilla tradicional.
Estos vecinos piensan que Arce devolverá la prosperidad de los 14 años de gobierno de Morales, en momentos que la polarizada Bolivia atraviesa una de sus peores crisis económicas, recrudecida por la pandemia de coronavirus.
Con Arce de ministro y Morales de presidente, Bolivia cuadruplicó su PIB y redujo la pobreza del 60% a 37%.
“Vamos a estar bien, Lucho Arce es uno de los mejores economistas del mundo (...), sé que va a marchar bien, veo paz en Bolivia, todos felices. Porque cuando en noviembre renunció Evo, yo veía gente llorando y racismo”, afirma Ricardo.
La futura diputada Condori reconoce que Evo cometió errores.
“Cada uno nos equivocamos. Y de ser humano también es enmendar los errores que hemos cometido”, dice la flamante diputada, que a cada felicitación, recibe un puñado de papel picado sobre la cabeza para desearle éxito.
También se celebra la posibilidad de que Morales regrese al país desde su exilio el Argentina, aunque tiene orden de arresto en Bolivia por supuesto “terrorismo”.
“Evo, vas a volver papito, Evito vas a volver”, dice Eugenia Centeno con la cara roja de euforia, mezclada con llanto. Esta vendedora de ropa lleva todo el conjunto: camiseta, gorra, bufanda y bandera del MAS.
Los rostros reflejan alivio por el fin del gobierno de Áñez. “Estamos respirando una victoria porque no va a haber esa discriminación” de ahora, afirma Condori, en una Bolivia con 41% de la población indígena.
Con es espíritu combativo del pasado y presente, la diputada cierra su discurso con la consigna de la guerra del gas en 2003.
“El Alto de pie, nunca de rodillas”.
Fuente: AFP