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Cientos de personas que padecen el mortal en África Occidental, son tratados en centros sanitarios equipados especialmente para albergar a los pacientes infectados y evitar así la propagación de la enfermedad.

Según muestra una infografía realizada por AFP, al llegar al centro médico los pacientes son separados en dos categorías: Bajo o alto riesgo. Mientras que los posibles o probables casos permanecen en la zona de casos sospechados.

Aquellos que muestran síntomas claros de la enfermedad son trasladados a una zona de alto riesgo para ser sometidos a exhaustivas pruebas de detección, mientras que las personas que dan positivo, son enviadas a una tercera zona para pacientes infectados.

Para delimitar el riesgo de contaminación y propagación del virus los accesos son controlados al máximo. Los pacientes recuperados o aquellos que dieron negativo deben pasar por una zona de descontaminación antes de abandonar la clínica.

Por otro lado, los enfermos en buen estado pueden recibir visitas, pero una doble barrera limita el contacto directo con los familiares, ya que el mortal virus se contagia por el contacto de fluidos como sangre o saliva.

El personal médico que trabaja en el centro sanitario está en permanente riesgo de infección, a pesar de utilizar equipos de protección personal como botas, guantes, mascaras y lentes; y para minimizar los errores, trabajan en pares, cumplen estrictas reglas dentro de la clínica y siguen procedimientos meticulosos para vestirse y desvestirse.

Los centros incluyen una morgue con acceso controlado, donde destinan los cuerpos contaminados de las víctimas.

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