A más de un año del estallido de la pandemia, pocos países pueden ser considerados ejemplos en la lucha contra el coronavirus. Sin embargo, los escasos contagios y muertes ocurridas en Taiwán, según sus datos gubernamentales, en contraste a otras naciones, aún la ubican en dicho lugar privilegiado.
Pese a esto, la diplomacia de Taipéi, capital del país, se encuentra lejos de estar conforme con el panorama actual, pues pide tener un rol activo en la Organización Mundial de la Salud (OMS). Del mismo modo, lamenta no haber sido invitado a participar nuevamente en la Asamblea Mundial de la Salud (AMS).
Hasta la quincena de abril de este año, según cifras reportadas por su propio gobierno, solo 11 personas habían muerto por COVID-19 en Taiwán desde que se inició la pandemia, lo cual ha sido catalogado como una “hazaña impresionante” para un país donde nunca fue impuesto un confinamiento.
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Sin embargo, al inicio de la crisis, Taiwán era considerada una nación de alto riesgo debido a su proximidad geográfica con China y a los frecuentes viajes que se realizan entre los dos países.
Es por ello que el 20 de enero del 2020 se erigió un Centro de Comando Central de Epidemias para coordinar la cooperación entre diferentes ministerios y agencias gubernamentales, y entre el gobierno y las empresas.
Si bien la OMS no tiene informes claros sobre la situación de Taiwán, pues por cuestiones políticas no forman parte del organismo internacional, sus reportes son incluidos dentro de China.
No obstante, un estudio publicado en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA), que ha examinado por qué a Taiwán le fue bien en su lucha contra la COVID-19, señala que hubo dos tipos de políticas para combatir al virus en los primeros meses de la pandemia: medidas basadas en casos y basadas en la población.
Los resultados apuntaron a que las políticas que se basaban en casos (como el rastreo de contactos y la cuarentena de infectados) redujo los contagios. Si bien esta medida no pudo frenar completamente las infecciones, sí logró reducir la transmisión de esos casos secundarios a una tercera o cuarta persona.
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Mientras tanto, las políticas poblacionales, como el distanciamiento social y el uso de mascarillas, también redujeron los impactos. Los autores del estudio concluyeron que fue la combinación de ambas medidas (de casos y de población), junto con la participación responsable de los taiwaneses, lo que le dio buenos resultados.
Por todo esto, la diplomacia del país asiático considera oportuno participar activamente en la OMS para nutrir de información y datos al organismo internacional, así como también solicita estar presente en las reuniones de la AMS. “En las reuniones de la AMS de mayo y noviembre del 2020, los líderes y oficiales gubernamentales de alto rango de los EE.UU., Japón, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Suecia, así como más de 1.700 parlamentarios de más de 80 países, apelaron a la OMS para que admitiera a Taiwán”, defiende Taipéi.
“La cooperación internacional es la única manera de frenar la pandemia con éxito, por lo que ningún país puede enfrentarse a ella por sí solo. Taiwán tiene la voluntad y la capacidad de convertirse en un aliado de la comunidad internacional para la recuperación pospandemia, y seguirá promoviendo su participación sistemática en la OMS “, añade el país asiático.
Asimismo, entre otros varios motivos, Taiwán afirma que aspira a que la OMS acepte plenamente su participación para no convertirse “en una laguna latente en el sistema global de la lucha contra la COVID-19”, pues, además, recuerda que “se ubica en el centro del transporte de Asia y el Pacífico”.
“Taiwán se mantiene inalterable en su determinación de participar en las cooperaciones médicas y sanitarias internacionales, reiterando su llamado a la OMS a adherirse a su imparcialidad profesional, rechazar las injerencias políticas indebidas e invitar a Taiwán a participar en la AMS en calidad de observador”, asegura Taipéi.