Uno de los epicentros de la comunidad LGTBIQ en Los Ángeles y en todo Estados Unidos, West Hollywood, estalló ayer (sábado) de alegría con la victoria de Joe Biden y Kamala Harris, entendida como un paso a favor de la diversidad y un borrón a las tensiones que han divido al país.
Entre banderas de Estados Unidos y carteles de la campaña de Biden, los ciudadanos de Los Ángeles, una ciudad profundamente progresista, salieron en masa a compartir su alegría.
“Yo me fui hace décadas de mi estado rural porque buscaba vivir en un ambiente liberal como el de California. Mi familia no me aceptaba mucho, pero poco a poco fue mejorando. Desde que Trump empezó a apoyar conspiraciones y a demonizar a los progresistas noté tensiones hacia mí que hacía años habíamos superado”, contó Alyson.
Para esta mujer, que observaba las celebraciones desde la distancia, el mandato de Trump no ha sido “exactamente negativo” en cuestión de derechos para la comunidad LGTBIQ, “porque los anteriores a él avanzaron mucho” y existe una aceptación social que no quería perder.
“Pero su juego de tensión nos ha afectado”, afirmó.
Más tajante era un grupo de amigos que bailaba al son de la música de los vehículos que pasaban por la calle con la música en alto y rodeados de banderas. “Trump es tan homófobo como racista”, aseguraron.
Mark, uno de ellos, recordó las declaraciones pasadas de Trump en las que afirmaba no apoyar el matrimonio homosexual.
“Y que los de su campaña ahora quisieran convencernos de que Trump es un aliado del colectivo... -señaló enfadado-. Nos ha tomado por tontos, pero ya hemos visto mucho”.
Un estudio de GLAAD, la principal organización de Estados Unidos en defensa de los derechos de las personas LGBTIQ, determinó en octubre que el 74 % de los votantes registrados que se identifican como LGTBIQ optarían por Biden.
Su victoria cayó muy temprano en la costa oeste de Estados Unidos, a las ocho y media de la mañana. Sin embargo las celebraciones se alargaron hasta el anochecer tanto en el barrio de West Hollywood como en el otro vecindario emblemático para el colectivo, Castro, en San Francisco.
Los aplausos eran constantes desde los bares, los vehículos y las casas y la jornada pronto se convirtió en una celebración de la diversidad de estas zonas urbanas, con bailes como el “voguing”, gritos de “el amor gana” y aplausos a todo el que se soltaba la melena.
“Queremos que nuestros hijos crezcan en un país que los acoja, sean quienes sean”, aseguraba desde su vehículo una madre que había conducido con su marido y sus hijos hasta la fiesta de Los Ángeles.
También se colaban pancartas en español, como “Trump y Pence: fuera ya” o “lo conseguimos”.
“Creo que esta noche Estados Unidos está en un camino mejor hacia aceptar completamente la diversidad y la diferencia, de cualquier tipo. En política, en los tribunales y en las calles”, resumía Julia, una joven adolescente que festejaba con sus amigas.