En templos budistas de la ciudad de Bangkok, en Tailandia, las personas pueden celebrar su propio velorio. El monje Prakru Prapath Waranukij oficia todos los días funerales para personas vivas. Durante la ceremonia, los fieles permanecen acostados dentro de un ataúd cubierto por una sábana mientras el budista recita una serie de plegarias. Los creyentes son velados para purgar su mala suerte y atraer la fortuna. Una especie de muerte y nacimiento a la vez.
“La gente viene cuando se siente mal, para expirar su mala suerte o por la recomendación de algún vidente (...) en busca de un nuevo comienzo”, comenta el monje Prakru Prapath Waranukij.
El templo Bangna Nai, ubicado en el sureste de Bangkok, es uno de los más asistidos para este ritual. En el recinto religioso hay cinco féretros blancos que permanecen ubicados en el centro. La habitación está llena de estatuas de Buda, que son representaciones de espíritus y figuras de dioses. Desde una tarima, el budista hace rezos y eleva plegarias, mientras da instrucciones a los devotos para guiarlos a las diferentes fases del ritual.
Ceremonia
Los creyentes se postran frente al monje, este realiza unas oraciones y los fieles se colocan frente al ataúd mientras sujetan un ramo de flores con las manos. A la señal del budista ingresan al féretro con la pierna derecha y se tumban de espaldas y en dirección oeste para representar su funeral.
Un asistente cubre el ataúd con una sábana blanca y coloca sobre la tela un hilo que recorre el techo y hace de conexión con el monje. El religioso comienza a entonar una sarta de plegarias sobre el féretro. Luego, el asistente retira la sábana y el devoto se levanta para cambiar de dirección. Nuevamente se recuesta con la cabeza hacia el este para representar el nacimiento.
Para terminar la ceremonia, el monje da unos consejos personales a los fieles y ducha el rostro de los devotos con agua bendecida y perfumada. El ritual no es gratuito, para ser bendecidos con la nueva vida tienen que hacer al menos tres pequeñas donaciones monetarias.
Experiencias
Una de las personas que vivió esta experiencia es Oraya, de 25 años, al término del ritual dijo sentirse bien y aliviada. Ella llegó al templo junto a su hermana Pai, de 30 años, ambas vivieron su primera experiencia de presenciar su propio funeral. Se retiraron de la casa religiosa muy satisfechas prometiendo regresar cada año, para conservar la buena fortuna.
Otros devotos también llegaron al templo a practicar la ceremonia, con la esperanza de curar las malas experiencias que sufrieron.
“Tenía un poco de miedo al entrar en el ataúd, pero al levantar es como sentir una nueva vida”, reconoce Tayarat, de 21 años, una edad considerada por los supersticiosos locales como de mal augurio.
“Mi novio tuvo un par de accidentes en una semana. Unos amigos me comentaron de este ritual y ahora me siento como nueva”, declara Naphatsanan, de 35 años y quien acudió al templo para acompañar a su pareja.
Este rito también se realiza en otros templos del país. En Bangkok comenzó a celebrarse hace 17 años. El 90 % de los tailandeses profesa el budismo, que en muchos casos está mezclado con creencias hinduistas y animistas.
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