Intubado y con sedantes para ayudar a calmarlo, el pequeño Adrian James, un niño de dos años, lucha por su vida en un hospital de Illinois, en los Estados Unidos, luego de contagiarse con la letal variante Delta del COVID-19.
Tal como lo señaló a Reuters Tiffany Jackson, la madre del menor, lo llevó a una sala de emergencias de la ciudad de Mt. Vernon, en Illinois, el viernes, después que el pequeño tuviera dificultades para respirar y sudara demasiado.
Los médicos le practicaron una radiografía de tórax y lo limpiaron para detectar COVID-19. Fue ahí donde lo llevaron de emergencia en avión al Hospital Pediátrico Cardinal Glennon en St. Louis, a unas 80 millas de distancia.
Adrian, que cumplirá tres años el próximo mes, había desarrollado neumonía en el pulmón izquierdo. “Respiraba rápido, tratando de tragar aire a 76 respiraciones por minuto, casi el doble de las 40 normales”, dijo Jackson al medio internacional.
Según las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, Adrian es uno de los casi 840.000 niños menores de cuatro años que contrajeron COVID-19 en ese país. Hasta la fecha, las vacunas contra este virus no han sido aprobadas para niños pequeños.
Los pulmones del menor han logrado hacer más del trabajo respiratorio durante los últimos días y es posible que lo retiren pronto del ventilador al que se encuentra conectado actualmente, señaló Reuters.
Estados Unidos superó el hito de las 700.000 muertes por COVID-19 la semana pasada, según datos del CDC y crece la preocupación por la cantidad de infecciones entre los niños.
La madre de Adrian aun desconoce cómo su hijo contrajo el virus. Ella no está vacunada contra el COVID-19 porque tiene un raro trastorno autoinmune llamado síndrome de Guillain-Barré que contrajo como resultado de una vacuna contra la gripe cuando tenía 16 años.
El padre de Adrian, que se encuentra en casa con su otro hijo, solo ha recibido la primera dosis de la vacuna. Él también desconoce cómo pudo hacer contraído el virus porque señaló que en el trabajo todos cumplen con el protocolo sanitario obligatorio.
Tiffany Jackson, de 21 años, está profundamente agradecida por el cuidado que ha recibido su hijo. Está empezando a creer que le salvarán la vida. “Solo quiero que la gente se dé cuenta de que es algo serio”, sentenció.