El Salvador: Condenan a 222 años de cárcel a líder de pandilla Barrio 18 
El Salvador: Condenan a 222 años de cárcel a líder de pandilla Barrio 18 

El domingo pasado, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, irrumpió en el Congreso de su país escoltado por militares de asalto para exigir a los diputados la aprobación de un préstamo de 109 millones de dólares para luchar contra las pandillas. Fue una medida radical y cuestionable, pero que pone de manifiesto un gran problema.

Pese a no estar en guerra, El Salvador es uno de los países más violentos de América Latina y del mundo. Tiene una alta tasa de homicidios, perpetrados sobre todo por pandillas como la Mara Salvatrucha (MS-13), Barrio 18 (M-18) y otros grupos minoritarios. Solo en enero de este año, se registraron 119 asesinatos, y aunque la cifra es menor a la reportada en meses anteriores, la violencia desatada por las bandas criminales ha estancado la economía salvadoreña y afectado el desarrollo social.

EFECTOS

Un estudio realizado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) estimó que el impacto que genera la violencia en la economía de El Salvador supera los 14 mil millones de dólares. Según el IEP, el país destinó, en 2018, el 22% de su producto bruto interno (PBI) para combatirla.

Este porcentaje representó 11,270 millones de dólares; es decir, 1757 dólares por cada habitante del territorio salvadoreño. Es el décimo presupuesto de su tipo más alto del mundo.

Pese al alto costo, la economía del país se sostiene gracias al envío de remesas desde el extranjero, que equivalen a cerca del 16% del PBI. En un último reporte, el Banco Central de Reserva (BCR) de El Salvador reveló que las remesas crecieron en un 6% el primer mes del 2020, alcanzando así los 424.5 millones de dólares. Del total de monto, un 1.5% provino de Canadá, España, Italia y México, mientras que otro 95% llegó desde los EE.UU. Precisamente, es a este último país donde la mayoría de salvadoreños migra huyendo de la violencia.

ACECHADOS

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que al menos 1.35 millones de pobladores de la nación centroamericana radican en EE.UU.

Según expertos, los más acosados por las pandillas son los jóvenes; por ello, uno de cada cuatro migra por miedo a la inseguridad o porque se sienten asediados por las bandas criminales. En muchos casos, varios jóvenes han dejado la escuela y dos de tres nunca llegaron a la secundaria.

Las mujeres jóvenes también son blanco de ataques de las pandillas. Algunas adolescentes son presionadas para convertirse en “novias” de los pandilleros y pueden llegar a ser violadas o asesinadas si se niegan. En otros casos, las mujeres son secuestradas por estos grupos y obligadas a casarse con desconocidos, quienes después son asesinados por las pandillas; luego, ellas son obligadas a cobrar el seguro y entregarlo a los integrantes de las bandas.

Ante esta ola de violencia, no es extraño que muchos opten por migrar. Solo en el 2018 y principios del 2019, más de 3000 pobladores indocumentados de ese país marcharon en caravanas hacia los EE.UU. La falta de empleo y un sueldo digno también es otro de los factores. La OIM señaló que casi uno de cada tres salvadoreños es pobre y vive con menos de 5.5 dólares al día.

“Si aquí no se les garantiza ingresos económicos permanentes, trabajo y seguridad, pues la gente se va a seguir yendo”, indicó el director del Instituto Salvadoreño del Migrante, César Ríos.

UNA PESADILLA

Las pandillas, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de sus miembros de EE.UU., han resistido a los planes de seguridad implementados en las últimas cuatro administraciones. Las pandillas en El Salvador tienen al menos 70 mil integrantes, de los cuales casi 17 mil están encarcelados y subsisten extorsionando a la población.

Según las autoridades salvadoreñas, estos grupos son los responsables del 70% de los crímenes que se registran al año en el país.