Los defensores de la alpaca Gerónimo marcharon el lunes en dirección de la residencia en Londres del primer ministro británico, Boris Johnson, para pedirle que impida que este animal sea sacrificado.
Decenas de personas desfilaron entre el Ministerio de Agricultura y Downing Street denunciando la precisión de las pruebas cutáneas que se le realizaron a la alpaca y que revelaron que padece tuberculosis bovina.
“Justicia para Gerónimo” o “Retest, no muerte”, se podía leer en las pancartas de los manifestantes en el exterior de Downing Street.
Alrededor de 80.000 personas firmaron una petición por internet para impedir el sacrificio de esta alpaca procedente de Nueva Zelanda.
Su propietaria, Helen MacDonald se negó a cumplir la orden que impusieron los veterinarios del gobierno, lo que hizo saltar a Gerónimo a las páginas de los periódicos, animando los habitualmente tranquilos días de agosto.
MacDonald afirma que los dos test que se le hicieron arrojaron falsos positivos, por lo que pide una tercera prueba.
Aunque el ministro de Medio Ambiente George Eustice destacó la alta fiabilidad de las pruebas realizadas, no convenció a su propietaria, criadora en Gloucestershire (suroeste de Inglaterra), que lo acusa de “mentiras” y de querer “matar a un animal sano”.
El padre de Boris Johnson, Stanley Johnson, se puso incluso del lado de la criadora, calificando de “absurda” la orden de sacrificio.
Y su propietaria no se rinde: “No la tiene (la tuberculosis bovina), y lo triste es que no se darán cuenta hasta que esté muerta”.