Aunque la Unión Soviética no existe más, Rusia no puede escapar a su pasado comunista. Por ello, el presidente Vladimir Putin ha autorizado la celebración del centenario de la Revolución Bolchevique de 1917.
La medida no está exenta de polémica, pues puede avivar viejos antagonismos entre Rusia y Occiente, especialmente en el contexto internacional actual. Moscú tiene una relación tirante con Europa y Estados Unidos a raíz de la guerra en Siria y el conflicto en Ucrania.
"No podemos arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado”, advirtió Putin este mes.
El mandatario firmó un decreto en el que encarga al Ministerio de Cultura coordinar los actos conmemorativos, según informó hoy el boletín oficial jurídico.