¿Vale la pena la pena de muerte?
¿Vale la pena la pena de muerte?

En la noche del miércoles 26 de abril, Daniel Anthony Lucas fue ejecutado por inyección letal en el estado de Georgia, Estados Unidos. El hombre de apenas 37 años, había sido hallado culpable de asesinar a un padre y a sus dos menores hijos en 1998. Lucas llevaba ya casi dos décadas prisionero, y casi una década esperando el día de su ejecución.

La pena de muerte sigue siendo un asunto muy polémico dentro de los sistemas legales en el mundo. La historia indica que no existe un Estado actual que no haya aplicado la pena capital en algún momento de su historia, pero también nos dice que en años recientes, 91 la han abolido y actualmente se aplica solamente en 61 países, incluyendo desde luego a Estados Unidos, aun cuando no todos los Estados de la federación la hayan legalizado, aunque sí la mayoría.

Aparte de que organismos como Aministía Internacional condenen esta práctica por atentar contra los derechos humanos, existe también un amplio debate sobre la utilidad de esta medida. En términos de justicia parece mas o menos claro que no reporta beneficio alguno, pues al matar a una persona se consigue algo más cercano a la venganza y no a la justicia, que es un concepto básico dentro del proceso civilizatorio de la humanidad.

En nuestro país, bajo la coyuntura actual, ha resurgido – para variar – el tema. La candidata Keiko Fujimori ha propuesto implantarla para los casos de violación de menores, pero sin mayor sustento legal, tanto a nivel procesal como de resultados. ¿Sirve la pena de muerte para disuadir a los ciudadanos de la comisión de delitos? No hay estudios científicos que validen esa utilidad de la pena de muerte, pero quizá haya un asunto local que sea más alarmante: la implantación de una medida radical en un país con un sistema judicial corrupto, e institucionalmente calamitoso.

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